Cuando comienza el invierno, los pájaros migratorios huyen del gélido clima hacia los cálidos trópicos buscando sobrevivir al cambio meteorológico.

Pero al llegar a estas tierras, en lugar de hallar reposo luego de cruzar océanos atravesando kilómetros, los aguardan en la fronda las trampas de los tramposos, depredadores ocultos, turbios e inescrupulosos.

No alienta a estos la ciencia de interés Ornitológico; ni proteger a las aves ni criarlas para el ocio, sino traficar con ellas en repudiable negocio que nada tiene que ver con el quehacer de un zoológico.

Entre tales cazadores es usual que ocurran robos que involucran a muchachos volviéndolos delictuosos. La protección de la fauna reclama más fuerte código.