Céspedes marcó el camino de las luchas libertarias

La Habana, Cuba. – En la forja de la nación cubana,  Carlos Manuel de Céspedes unió a blancos y negros en una epopeya que trascendía lo militar para, quizás sin saberlo, reconfigurar el mapa mundial.

Después José Martí, que descubrió rápido la importancia de la unidad, alzó a los pinos nuevos junto a los combatientes veteranos para que este país se hiciera con todos y para el bien de todos. Pero el enemigo histórico frustró el sueño martiano y llegó contrahecha una república semicolonial.

Más tarde Fidel Castro levantó a los jóvenes de la Generación del Centenario y, sobreponiéndose al fracaso inicial, fue capaz de aglutinar a un movimiento popular que acabó con la dictadura.

Con lla fuerza de la Revolución comenzó la más radical transformación del país, una tarea en la que se juntaron muchas manos, jóvenes y viejas, incluso para defender la nueva obra con plomo y sangre.

La inteligencia colectiva

Al asumir hace unos días como presidente de la República,  Miguel Díaz-Canel, llamaba a la participación del pueblo en la búsqueda de las mejores soluciones, con la certeza, dijo, de que es inagotable la fuente de la inteligencia colectiva.

No fue esa una apelación gratuita o festinada, sino la convicción de que la Cuba deseada se tiene que construir con el esfuerzo de todos.

Sería imposible para Díaz-Canel o para el gobierno en pleno alcanzar por si solos el país que configuran los Lineamientos y el Plan de Desarrollo hasta 2030, por muy bien diseñado que esté ese proyecto. Nada se lograría sin el hombro colectivo, sin el aporte del más simple de los ciudadanos. La historia de Cuba enseña que solo se avanza a partir de la unidad y por eso esta tiene que ser una nación levantada entre todos.