Si algo marcó la realidad cubana en 2018 fue el proceso de reforma constitucional, que dio a la nación una nueva Carta Magna, aprobada recientemente en el Parlamento y que el pueblo ratificará el 24 de febrero cuando sea sometida a referendo.

En la ley de leyes, discutida y analizada por los diputados y enriquecida por las propuestas de la población, se precisan los valores humanistas y de respeto a la dignidad humana que caracterizan nuestro Socialismo.

Con ella, Cuba amplía derechos, transforma la estructura de su Estado en función de atender mejor los reclamos ciudadanos, y adapta su legislación a los cambios de la última década en la economía, para ajustarla al difícil escenario internacional en que debe desenvolverse.

Atesoramos una Carta Magna de avanzada, un instrumento de y para la democracia, y la primera garantía jurídica de los que vivimos en esta Isla.

Carta Magna para el presente y futuro

El Proyecto de Constitución que de agosto a noviembre pasado fue sometido a consulta popular, cambió su contenido en cerca de un 60%.

Fueron 760 modificaciones, que van desde una palabra o frase hasta la incorporación de un párrafo o artículo completo, muestra de un ejercicio único de democracia real y efectiva, y de un proceso constituyente igualmente paradigmático con el pueblo como protagonista verdadero.

Aunque resulta imposible que todas las opiniones estén reflejadas en el texto definitivo, sí todas fueron tenidas en cuenta.

Con la aprobación por los parlamentarios de la nueva ley de leyes, que será ratificada por el pueblo en referendo, logramos una Carta Magna para el presente y futuro, síntesis de la identidad nacional y que define a la sociedad a la cual aspiramos. Una Constitución que es, sin duda, una obra colectiva.