Relata Doña Rosario, la madre de Frank País, que contó y taponeó 36 perforaciones de bala en el cuerpo de su hijo. El asesinato tuvo lugar pasadas las 2 y 30 de la tarde del 30 de julio del 57, en el Callejón del Muro, una calle de su querida Santiago de Cuba.
Momentos antes, Frank y Raúl Pujols habían dejado la casa del último porque los sicarios del esbirro Salas Cañizares estaban allanando el barrio. En la calle San Germán los detuvo una patrulla.
A Frank País le ocupan una pistola, y enseguida los soldados batistianos localizan por radio a Salas Cañizares. Cuando llegó, uno de los acompañantes le quitó los espejuelos a Frank, y exclamó: Este es Frank País.
De inmediato, Salas lo sacó del Jeep y le golpeó en el pecho con el fusil. Luego lo ametralló por la espalda. También a Raúl Pujols, y ordenó a todos disparar. Ya de espaldas se volteó y disparó nuevamente.
Ese cubano seré yo
Al caer asesinado en el Callejón del Muro de su Santiago entrañable, Frank País contaba apenas con 22 años, y era ya el Jefe Nacional de Acción del Movimiento 26 de julio.
Lo que le faltaba en edad le sobraba en valor y patriotismo. Organizó el alzamiento de Santiago en apoyo al desembarco del Granma un año antes; envió hombres, armas y municiones a la Sierra, donde combatía Fidel. La ciudad conocía de su integridad y principios, y lo idolatraba.
El sepelio fue una muestra de ese cariño. La multitudinaria manifestación que acompañó el cadáver de Frank por la calles de Santiago al grito de Viva Cuba Libre y Abajo Batista estremeció la tiranía, cuya soldadesca se refugió en los cuarteles.
Era el homenaje del pueblo por uno de sus hijos más queridos. Aquel que había afirmado: Cuando quede un solo cubano que crea en esta Revolución, ese cubano seré yo.