La Habana, Cuba. – La reciente visita a Estados Unidos del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, despertó, luego de su anuncio oficial, gran cantidad de conjeturas en favor y en contra.

Algunos la percibieron como una pérdida de tiempo y hasta como un riesgo para la figura de López Obrador, sin embargo, hay que decir que el estadista mexicano se robó la escena con una proyección sencilla, precisa y digna.

Los presentes en la cita indican que en la tribuna opacó en términos mediáticos a su ególatra anfitrión Donald Trump, con un discurso donde puso los puntos sobre las íes en torno a la tortuosa relación histórica entre su país y el poderoso vecino del Norte.

Citó las buenas y las malas de México en sus vínculos bilaterales con gobiernos republicanos y demócratas, y condenó la injerencista Doctrina Monroe, que pretenden resucitar para imponer a nuestros pueblos.

Una presencia constructiva y recta

La visita del mandatario mexicano a Estados Unidos refrendó la política del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, apegada a la de los dos presidentes mexicanos que constituyen sus referentes: el indígena Benito Juárez y el líder progresista Lázaro Cárdenas.

Reportes de prensa detallaron que durante la visita, en su intervención pública López Obrador destacó la importancia de los mexicanos en la economía estadunidense, no solo de los 11 millones de inmigrantes, sino de los más de 34 millones de personas de ese origen que quedaron del lado opuesto de la frontera cuando Estados Unidos despojó a su vecino de la mitad de su territorio.

Asimismo le recordó a Trump que hay agravios que no se han olvidado, y valoró la necesidad de una relación mutua y constructiva.