Cuba no parece estar entre las prioridades del actual gobierno estadounidense. Foto: Tomada de Cubadebate

Empeñada en apagar cada incendio que provoca el presidente cuando abre la boca o escribe un tuit, la Administración de Donald Trump sigue sin un pronunciamiento claro que indique su rumbo hacia Cuba.

A pesar de ciertas declaraciones de algunos funcionarios de nivel, sobre todo vinculados a los medios, lo cierto es que Cuba no parece estar entre las prioridades del actual gobierno estadounidense, más preocupado con otros asuntos, incluso internos, como la división causada en el seno del gobernante Partido Republicano o los problemas legales de Trump para cumplir sus amenazas pre-electorales.

La Administración de Donald Trump sigue sin un pronunciamiento claro que indique su rumbo hacia Cuba.

El presidente de Estados Unidos no habla de Cuba, porque nos quiera o admire, sino porque tiene tantos otros problemas que ni tiempo tiene para mirar hacia La Habana.

En algún momento antes de asumir la presidencia, el magnate devenido político criticó el restablecimiento de relaciones entre los dos países y hasta amenazó con darle marcha atrás a ese proceso, pero hasta ahora todo ha quedado en la retórica.

Una ley a la espera

Otro impasse en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos ocurre con el fin de la política de “pies secos, pies mojados” y la aplicación de la Ley de Ajuste Cubano.

Desde que en enero el saliente presidente Obama decretó el fin de esa política, muchos emigrantes cubanos han sido detenidos, e incluso devueltos. Sin embargo, la legislación sigue vigente pues derogarla solo es facultad del Congreso, pero hay que esperar al menos hasta enero próximo para ver cómo van a actuar las autoridades norteamericanas.

Es que la Ley de Ajuste, que en 2016 cumplió medio siglo, establece su aplicación a partir del año y un día de llegada del emigrante a territorio de Estados Unidos.

Por eso hay que aguardar hasta el primer mes del venidero año para ver qué pasará con quienes opten por una legislación inventada para amparar a la primera oleada que salió de Cuba tras el triunfo de la Revolución.

Seguir la pelea

Como en los últimos 58 años, Cuba no tiene más remedio que seguir luchando con sus propias fuerzas. La Revolución Cubana ha tenido que convivir con 12 administraciones norteamericanas y en la relación con La Habana ninguna nos ha regalado nada.

Ni siquiera las presidencias de Carter, que estableció las Oficinas de Intereses, o de Obama, que reanudó los lazos diplomáticos, actuaron movidos por amor al prójimo, sino por los intereses propios de Washington en determinada coyuntura internacional.

Por eso, habrá que continuar reclamado el levantamiento del bloqueo, la devolución del territorio ocupado en Guantánamo y el cese de las políticas lesivas a nuestra soberanía, asuntos irresueltos aún y que constituyen el pollo del arroz con pollo en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.