Hoy los cubanos sienten a Vilma Espín Guillois tan cercana y entrañable como siempre en su cumpleaños 89.
Cuando se piensa en ella, ya sea como presidenta de Honor por siempre de la Federación de Mujeres Cubanas, o simplemente como ser humano, se hace con amor y respeto por sus constantes combates por la igualdad y avance de la mujer.
También se evoca a Vilma como educadora, madre, esposa, o se va más allá conociendo sobre su intrépida juventud, cuando fue la legendaria Deborah de la lucha clandestina o la multifacética guerrillera del Segundo Frente Oriental Frank País.
En cada etapa de su vida se revela la heroína indiscutible; pues desde su juventud tuvo una gran participación en el movimiento estudiantil que se pronunciaba contra actos de corrupción como el golpe de Estado dado por Fulgencio Batista en 1952, que robusteció su conciencia política.
En la delantera de cualquier empeño
Vilma Espín Guillois como miembro de la Federación Estudiantil Universitaria Oriental, estaba en primera fila en cada una de las manifestaciones en las calles santiagueras.
Se destacó en el reclamo por el retorno de las garantías constitucionales, la reimplantación de la Constitución de 1940 y el homenaje y movilización por la muerte de Rubén Batista, asesinado por el régimen de la época.
Una nueva prueba de fuego vivió con su participación destacada en el alzamiento armado de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956, en apoyo al desembarco del yate Granma.
Con el triunfo de la Revolución, Vilma Espín presidió la Federación de Mujeres Cubanas, integró el Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación, fue miembro del Buró Político por varios años y además encabezó la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social.