Junto a la sepultura del sabio cubano Tomás Roig Mesa se sembró un guaicán a su muerte, el 20 de febrero de 1971, hace hoy 50 años.

Se cumplió así la voluntad del eminente científico, quien había estudiado ese árbol y deseaba que su cuerpo alimentara la planta y él “vivir en la belleza de su tronco, de sus ramas y de sus flores”.

En su larga existencia de 94 años, el precursor de la Fitoterapia en Cuba buscó en las plantas el secreto de la naturaleza y su mayor labor la desarrolló en la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, poblado habanero donde nació.

Doctor en Ciencias Naturales, en Farmacia y en Ciencias Físico-Químicas, Tomás Roig Mesa sobresalió por sus estudios sobre las plantas medicinales y la aplicación de éstas en el tratamiento de algunas patologías y con carácter preventivo.

La fecunda obra de Roig

Entre las más importantes aportaciones científicas de Juan Tomás Roig están el Diccionario botánico de nombres vulgares cubanos, Plantas medicinales, aromáticas o venenosas de Cuba y Dos malvas textiles cubanas.

En su amplia producción científica también sobresalen Una excursión al Cabo de San Antonio, Pinar del Río, Árboles maderables cubanos. Su localización por provincias y regiones y Especies y variedades de malangas cultivadas en Cuba.

Este científico que estudió ejemplares de plantas maderables y trabajó en impedir la pérdida de los montes cubanos, fue un revolucionario que a la edad de 84 años apoyó la Campaña de Alfabetización y con noventa ingresó al Partido Comunista.

En merecido homenaje, llevan su nombre varios centros, entre ellos, la Estación Experimental de Plantas Medicinales Juan Tomás Roig y el Instituto de Ecología y Sistemática.