La tradición europea de servirse de juglares para cantarle a la joven de sus sueños, transformó la vida cultural, romántica y social del Bayamo colonial, aseveró el historiador Eduardo Chávez Pardo.
Argumentó que era tal el frenesí que provocaba en las señoritas, que los mozalbetes creían indispensable declarar sus intenciones en público y con ello conquistar o recuperar el interés pasional de la halagada.
A inicios del siglo XIX, las famosas serenatas se convirtieron en útil puente para el amor y las devociones; como en el medioevo, en noches claras y al aire libre, se entonaban bellas melodías que encendían corazones.
Para el musicólogo Lino Betancourt Molina, el más fehaciente gesto de ternura a través de serenatas lo propiciaron Carlos Manuel de Céspedes, José Fornaris y Francisco Castillo, al entonar, en la ventana de la hermosa Luz Vázquez, su canción La Bayamesa.
Serenatas y estrellas
Según la investigadora Zoila La Pique, las primeras serenatas cubanas trascendieron por el lirismo e intención amorosa que emanaba de las canciones.
Refiere que aunque la línea melódica fuera europea, en años subsiguientes los temas promoverían la atmósfera criolla y la naturaleza cubana.
Los solicitantes de serenatas exigían que la interpretación se efectuara en noches estrelladas y escenario iluminado por tenue luz de velas, lo que acentuaba el simbolismo del propósito y el resultado.
En el Bayamo vehemente, músicos y cantantes como Pimpo La O, Nerio González, Cirio Mela y Orlando Quezada, aportaron a las serenatas naturalidad, gozo y lisonja.
Para el escritor Alejo Carpentier, ha sido relevante para la música cubana que la tierra bayamesa acogiera como hijo al genio musical santiaguero Sindo Garay, quien es recordado por andar de serenata y serenata por campos y ciudades.
Serenatas diferentes
La serenata tradicional, que surgió en el medioevo, ha modificado concepción, espacios, géneros y actuantes. Además de prudentes ventanas y balcones, ahora se escogen sitios como restaurantes o el interior de las propias casas.
Los juglares se sustituyen por boleristas, charros, tríos o vallenateros. A la guitarra se incorporan violines, trompetas, maracas, acordeones, flautas y saxofones. Se escuchan canciones, pero también poemas, citas literarias, piropos y hasta remix por Internet.
La diversificación es tal, que se promueven serenatas comunes, por sorpresa, íntimas, en la distancia y temáticas. Y si la esperada interpretación se ve afectada por un inesperado aguacero, con su consiguiente abultado lodazal ¿qué hacer?
En las zonas rurales cubanas, el enamorado encilla mansos corceles, y todos van presurosos y felices al encuentro de la amada novia.