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Los mosquitos eligen a sus víctimas por la cantidad de dióxido de carbono que estas emiten al respirar y no, como se cree, por la dulzura de la sangre.

Diariamente un ser humano produce aproximadamente un kilogramo de Dióxido de Carbono, y cada vez que exhala, -unas 13 veces por minuto-, emite más de 100 miligramos de ese gas.

Además de otras sustancias corporales, el mosquito siente especial atracción por las personas que expelen más CO2.

Esos insectos detectan una corriente de aire con pulsaciones de Dióxido de Carbono, de la que deducen que detrás hay sangre fresca para chupar.

El dióxido de carbono emitido al respirar es mayor en los adultos que en los niños y su cantidad varía en función de la dieta y el ejercicio físico que se sigan.

Una trampa casera

Para colaborar con la lucha contra los mosquitos transmisores del dengue, usted puede confeccionar una trampa casera para la cual sólo necesita 200 mililitros de agua, 50 gramos de azúcar prieta, un gramo de levadura y una botella de plástico de 2 litros.

Se corta la botella de plástico por la mitad y en la parte de abajo se mezcla el azúcar prieta con el agua previamente calentada. Cuando el agua se haya enfriado a la temperatura ambiente, se añade la levadura.

No hace falta revolverlo para mezclarlo. Se irá desprendiendo dióxido de carbono. Entonces se introduce la parte de arriba del pomo en forma invertida, como si fuera un embudo, se tapa toda la botella con un paño negro, y se pone en alguna esquina de la casa.

En dos semanas podrá verse cuántos mosquitos se eliminan.