Carlos del Porto Banco
Prestándole atención a los locos se hacen los grandes descubrimientos. Julio Verne.
Ya estamos en la antesala de la Feria del Libro, la fiesta nacional de la lectura y en ese entorno quiero hablar hoy de un libro que ha cautivado a millones de niños y jóvenes del mundo. “La vuelta al mundo en ochenta días” del escritor francés Julio Verne. Este es un texto que despierta en el lector, la curiosidad por las ciencias y la geografía. Es un buen regalo de los padres para sus hijos con el objetivo de despertar la pasión por la lectura, al ser una novela que combina elementos de intriga, aventura y optimismo tecnológico, en un relato que ha cautivado a lectores durante generaciones.
Este libro ha sido editado para varias veces en Cuba, de no encontrarlo en la Feria, de seguro lo podrá conseguir con alguno de los libreros que ofrecen ese servicio. Le aseguro que los pequeños de casa, y los mayores que no lo hayan leído, se lo agradecerán.
De su autor se puede decir que, Jules Gabriel Verne, conocido en los países hispanos como Julio Verne, nació en Nantes el 8 de febrero de 1828 y murió en Amiens el 24 de marzo de 1905, ambas ciudades francesas. Fue un escritor, dramaturgo y poeta francés, célebre por sus novelas de aventuras y por su profunda influencia en el género literario de la ciencia ficción. Sus novelas, siempre bien documentadas, están generalmente ambientadas en la segunda mitad del siglo XIX, teniendo en cuenta los avances tecnológicos de la época.
Además de sus novelas, escribió numerosas obras de teatro, cuentos, descripciones autobiográficas, poesía, canciones y estudios científicos, artísticos y literarios. Su obra ha sido adaptada al cine y la televisión desde los comienzos del cine, así como en cómics, teatro, ópera, música y videojuegos.
Nacido en una familia burguesa, estudió para continuar los pasos de su padre, Pierre Verne, como abogado pero muy joven decidió abandonar ese camino para dedicarse a la literatura. Su colaboración con el editor Pierre-Jules Hetzel dio como fruto la creación de Viajes Extraordinarios, una popular serie de novelas de aventuras escrupulosamente documentadas y visionarias, entre las que se incluyen las famosas De la Tierra a la Luna (1865), Veinte mil leguas de viaje submarino (1870), La vuelta al mundo en ochenta días (1872), La isla misteriosa (1874) o Dos años de vacaciones (1888). Ya antes había publicado Cinco semanas en globo (1863) y Viaje al centro de la Tierra (1864).
Es uno de los escritores más importantes de Francia y de Europa gracias a la evidente influencia de sus libros en la literatura vanguardista y el surrealismo, y desde 1979 es el segundo autor más traducido en el mundo, después de Agatha Christie. Se le considera, junto a H. G. Wells, uno de los “padres de la ciencia ficción”. Fue condecorado con la Legión de Honor en 1892 por sus aportes a la educación y a la ciencia.
“No era ni industrial, ni comerciante, ni mercader, ni agricultor. No formaba parte del Instituto Real de la Gran Bretaña, ni del Instituto de los Artistas, ni del Instituto Real, ni del Instituto Russel, ni del Instituto Literario del Oeste, ni del Instituto de Derecho, ni de ese Instituto de Ciencias y de Artes Reunidas, colocado bajo la protección directa de su Graciosa Majestad. En fin, no pertenecía a ninguna de las numerosas sociedades que tanto abundan en la capital de Inglaterra, desde la Sociedad Armónica hasta la Sociedad Entomológica, fundada, principalmente, para destruir los insectos nocivos. Phileas Fogg era miembro del Reform Club, y nada más”.
Así comienza “La vuelta al mundo en ochenta días”. Y ese comienzo ya atrapa a los lectores por el modo en que presenta al personaje principal. Esta novela, al igual que otras como otras del autor han logrado que niños de todo el mundo de conociesen y se interesaran por lugares remotos del planeta.
“La vuelta al mundo en ochenta días” es la historia de una apuesta, la que hace el tranquilo e impasible Phileas Fogg. La historia de un caballero con valores, y de los valores de un caballero. Un flemático caballero inglés que acostumbraba ir diariamente al Reform-Club a jugar al whist. Allí se enfrasca en una discusión con otros miembros del club sobre la posibilidad de dar la vuelta al mundo en 80 días. Este señor enseña algunas cosas importantes para la vida, sin que el joven lector sepa que en esta aventura se puede encontrar enseñanza y aprendizaje. Esa enseñanza muestra que se puede llegar a donde se quiere sin faltar nunca a los principios, valores y creencias; o darnos cuenta de que la vida trata un poco de hacer que el viaje sea un fin en sí mismo y no un medio.
Los personajes están bien concebidos, tienen muy marcado su estilo, especialmente el protagonista de la historia Phileas Fogg ya que representa el mejor ejemplo de los personajes británicos de Verne, extremadamente perfeccionista, calculador y metódico. Los temas que se tratan en la novela son interesantes, por ejemplo, los medios de transporte que se utilizan, casi todos los conocidos en la época: buques, trenes, trineos y elefantes, entre otros. Haciendo una descripción detallada de todos los espacios en los que se desarrolla la historia.
La novela tiene varias lecturas posibles, nunca se hace igual ese trayecto de Londres a Londres, de puerta del Reform Club a puerta del Reform Club. Decía Heráclito de Éfeso que “Uno nunca se baña dos veces en el mismo río”. Leyendo “La vuelta al mundo en ochenta días” no se vive dos veces la misma aventura, por muchas veces que se haga. El final de la novela se ilustra con lo dicho por Phileas Fogg cuando le preguntan por los beneficios que le ha reportado una hazaña de tal magnitud. “Nada, quizás, a no ser una encantadora mujer que, aunque parezca mentira, me hizo el más feliz de los mortales”, responde el personaje.
A lo largo de su periplo, Fogg y Passepartout, su ayudante francés, atraviesan diversos países, de Inglaterra, la India, Hong Kong, Japón y Estados Unidos, enfrentándose a todo tipo de desafíos: persecuciones policiales, tormentas, retrasos ferroviarios y hasta secuestros. En paralelo, se desarrolla una subtrama romántica cuando Fogg rescata a Aouda, una princesa india a punto de ser sacrificada, quien termina uniéndose al grupo. El suspense aumenta conforme el tiempo se agota y las posibilidades de ganar la apuesta parecen cada vez más remotas. La narrativa de Verne mantiene al lector al borde de su asiento, preguntándose si Fogg logrará cumplir su objetivo o si fracasará por minutos.
La obra tiene como temas principales:
- El progreso tecnológico: la novela es la vía que utiliza el autor para celebrar los avances tecnológicos del siglo XIX, mostrando cómo el ferrocarril y el barco de vapor habían acortado distancias y conectado culturas. Se refleja la fascinación de la era por la innovación y la globalización incipiente.
- El choque cultural: durante su viaje, los personajes interactúan con diversas culturas y tradiciones, destacando tanto la diversidad del mundo como los prejuicios coloniales propios de la época victoriana. A pesar de eso, Verne muestra un respeto genuino hacia algunas costumbres locales, especialmente en la figura de Aouda.
- La puntualidad y la determinación: Fogg encarna la disciplina extrema y la fe en la planificación, un rasgo típico de los británicos. Su carácter imperturbable contrasta con la espontaneidad de Passepartout, creando un buen equilibrio dramatúrgico entre ambos personajes. La novela explora la importancia de la perseverancia y el ingenio frente a la adversidad.
- La crítica social: Aunque no es el eje central, la obra incluye sutiles críticas a las injusticias sociales y políticas de la época, como el imperialismo británico y las prácticas discriminatorias.
Esta novela es mucho más que una simple historia de aventuras; es una reflexión sobre el progreso humano, la convivencia intercultural y la capacidad de superación individual. Aunque algunos aspectos pueden parecer anticuados hoy en día, debido al escenario colonialista de la época en que se desarrolla la novela, ésta sigue siendo relevante gracias a su mensaje universal sobre la valentía, la adaptabilidad y la confianza en el futuro.
Es una lectura recomendada para todos aquellos que disfruten de historias llenas de acción, descubrimientos y un toque de magia literaria. Sin ninguna duda, esta obra maestra de Julio Verne merece un lugar en la biblioteca de cualquier amante de la literatura clásica. Busque el libro y regálelo a los pequeños de casa; y si es profesor de literatura o geografía, utilícelo en al aula, se dará cuenta de que vale la pena.