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La Habana, Cuba. – Iridiscente, dinámica, puro color y ritmo, significó el profesor Enrique González Manet la obra del pintor Domingo Ravenet Esquerdo.

Desafiando cinco infartos, la muerte le llegó el 14 de septiembre de 1969, en Matanzas, cuando las ganas de crear, innovar y fabricar sueños no habían cesado.

Integrante de la primera vanguardia artística, concibió junto a ella los primeros frescos modernos cubanos de creación colectiva; y dejó en cuatro décadas de febril trabajo óleos, dibujos, esculturas, grabados, murales y cerámicas, en acercamiento perpetuo a lo cubano y lo universal.

Obras suyas se encuentran en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba; Enrique González Manet, en hermosa evocación de Domingo Ravenet, dijo: «Esperó su último día con los pinceles en la mano, señal de victoria sobre la muerte».

Los muchos fuegos de Ravenet

Desde que en París se inició con ilustraciones de conferencias sobre Medicina, o la pintura de un mural en el cuarto de baño de una aristócrata de Niza, Domingo Ravenet Esquerdo transitó todos los caminos del arte.

Esculturas abstractas, cerámica vidriada, fundador del Estudio Libre de Pintura y Escultura, fueron varias de sus inquietudes; son de él, la escultura frente al Ministerio del Interior, en la Plaza de la Revolución, y el Monumento a los Tabaqueros, a la entrada de Santiago de Las Vegas.

También, este artista promovió las mayores exposiciones llevadas a los recintos de la Universidad de La Habana antes de 1959, y visitadas por unas 100 mil personas.

Faceta poco conocida de Domingo Ravenet Esquerdo es que, tras el triunfo de la Revolución, el pintor diseñó carrozas que desfilaron en los carnavales habaneros.