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La Habana, Cuba. – Por vez primera Cuba archivó para su palmarés la condición de contar con el mejor luchador del mundo en un año. Esa distinción recayó en el habanero Luis Orta, campeón olímpico y universal.

La primera vez que infló sus venas de victoria estaba en tierra nipona. Pesaba menos que ahora, pero tenía los mismos ojos de ambición y esa garra para luchar en un estilo antiquísimo como el grecorromano.

Fue ganando cada combate en el colchón de Tokio y cuando nadie lo daba como posible campeón olímpico sacó su arma secreta y lo hizo. Esa tarde-noche hilvanó pocas ideas ante las cámaras.

Quizás coincidir con el cuarto título olímpico del gran Mijaín López fue un duro golpe del que era difícil salir a flote. Sin embargo, en el podio de premiación, cuando mordió la medalla como símbolo de oro verdadero, enseñó el mismo gesto del campeonato mundial de lucha de este año. ¡Venas abiertas en señal de victoria!

Orta ya piensa en París

En estos últimos 12 meses Luis Orta ha crecido como luchador y suena casi invencible en su categoría de cara a los próximos Juegos Olímpicos de París.

Ser elegido primero el mejor deportista de Cuba en este 2023, ahora el mejor luchador del mundo en su estilo y dentro de unas horas el mejor atleta de América Latina en la encuesta de Prensa Latina son premios merecidos y sin estridencias.

La última vez que subió a un colchón este año fue en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile. Ante la falta de un entrenador en la especialidad de grecorromana, hizo esas funciones en más de una pelea. Parecía que había estado siempre en el puesto.

Cuando le tocó pelear en su división, cambió como un rayo el abrigo de coach por la trusa enteriza. Apenas le pudieron marcar uno o dos puntos sus rivales y se coronó campeón continental por vez primera.