La Habana, Cuba. – La dimensión histórica del asalto al Moncada no es posible medirse por el fracaso de la acción sino por su repercusión social y política.
Y si bien no se logró el éxito esperado, el ataque a la segunda fortaleza militar del país despertó la conciencia nacional e inició el periodo de lucha armada que culminó con la derrota de la tiranía.
El asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, con el costoso precio de más de 60 vidas, la mayoría asesinados, constituye la más alta expresión de una hazaña que vivirá eternamente en el corazón del pueblo, no solo por lo que la fecha representa como símbolo de la rebeldía nacional, sino porque su desenlace decretó el curso posterior de la Revolución y devino continuidad de una lucha incubada en cada gesta independentista.
Una victoria estratégica
Aquellos disparos contra los fuertes muros del cuartel Moncada y desde el Palacio de Justicia y el Hospital Civil de Santiago de Cuba, y el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, aparecen como los primeros golpes de la gran batalla que nuestro pueblo iba a librar.
No obstante el revés táctico, el Moncada resultó una victoria estratégica sin precedentes.
Según el plan, el cuartel debió ser ocupado, pero al fallar el factor sorpresa, después de más de dos horas de desigual batalla frente a una guarnición de mil hombres, y casi agotadas las municiones, Fidel ordenó la retirada hacia la Granja Siboney, desde donde habían partido los 158 hombres y 2 mujeres- Melba Hernández y Haydée Santamaría- para de ahí dirigirse a la Sierra y continuar la lucha armada en la Sierra Maestra.
Postulados y transformaciones
La represión desatada tras el asalto y que habría de caracterizar a la dictadura durante el resto de la lucha, fue monstruosa.
Casi todas las bajas de los asaltantes fueron producto del asesinato posterior a los combates y muchas como resultado de las torturas. La orden era de ultimar al menos a 10 jóvenes por cada militar muerto.
En el juicio levantado a Fidel Castro, jefe y organizador del ataque, éste fijó los postulados esenciales del programa de transformaciones políticas y socioeconómicas, génesis del desarrollo ulterior de la Revolución.
La Historia me Absolverá no fue un mero alegato defensivo personal, sino una valiente y verdadera declaración de principios y aspiraciones del pueblo. 70 años después, la epopeya del Moncada vive en los sentimientos y la gratitud de los cubanos.