La Habana, Cuba. – Suele olvidarse que José Martí fue abogado, y aunque apenas ejerció la profesión, en muchos de sus escritos evidencia su conocimiento e interés por el Derecho y sus diferentes disciplinas.
En mayo de 1871, a pocas semanas de arribar a Madrid como deportado, ya estaba solicitando su matrícula para esa carrera, y el 30 de junio del 74 aprobó el ejercicio oral para el grado de Licenciado en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Zaragoza.
Dos meses después matriculó la Licenciatura en Filosofía y Letras, cuyo examen final aprobó en octubre de aquel año.
Quizás se sintió más atraído por estos estudios, más afines con sus intereses literarios, aunque estos no le permitirían ingresos como los que podría ofrecerle el ejercicio de la abogacía, la cual, sin embargo, quedó a un lado frente al periodismo y el magisterio.
Abogado en Cuba
Solo en dos momentos muy breves ejerció José Martí como abogado. La primera fue a su regreso a Cuba en 1878, hasta su segunda deportación a España en el 79, cuando trabajó para dos prominentes bufetes habaneros, aunque no pudo actuar ante los tribunales pues no había solicitado su título en Zaragoza.
La segunda, ya en la guerra necesaria en 1895, cuando por única vez en su vida fue defensor de un mambí acusado de bandidaje, condenado a muerte por fusilamiento, y cuya sentencia fue cumplida de inmediato.
Curiosa y aleccionadora situación la de aquel consejo de guerra que sesionó el cinco de mayo del 95. El organizador y líder del movimiento patriótico demostraba el apego de los revolucionarios al ejercicio de los procedimientos legales, aprobados por ellos mismos en clara muestra de sus principios.
Conocedor del derecho
En Guatemala, al examinar los nuevos códigos allí aprobados, José Martí demostró su conocimiento de los códigos romanos y españoles.
En sus “Escenas norteamericanas” siguió importantes juicios de la época y opinó con fuerte basamento jurídico acerca de la Constitución, el Estado y las prácticas judiciales en ese país.
Su manejo del Derecho es patente en sus análisis críticos acerca del Tratado de Reciprocidad Comercial entre México y Estados Unidos, y sobre la conferencia panamericana convocada por el país del norte para imponer su control sobre sus vecinos.
Como delegado de Uruguay, fueron brillantes y jurídicamente sólidos sus pronunciamientos contrarios a la idea de una moneda única para el continente, promovida por Estados Unidos. Fue José Martí el abogado de la justicia social, de la Cuba libre, de la igualdad entre las naciones.