Nacido en 1817, Manuel Saumell estaba destinado a morir relativamente joven, luego de una azarosa existencia.

Pianista aceptable, que había adquirido todos sus conocimientos de modo empírico, corría de la Filarmónica al Liceo, daba lecciones, tocaba en bailes y conciertos y andaba entre los bastidores de la compañía lírica italiana.

También es conocido que Manuel Saumell ejecutaba tríos de Beethoven, tocaba el violonchelo y, cuando se enfermaba el organista de alguna iglesia, allá iba a pasear sus suelas sobre el juego de pedales.

Sin embargo, sus energías le alcanzaban para tomar lecciones de piano con Juan Federico Edelmann, músico francés radicado en Cuba, y estudiar armonía, contrapunto, fuga e instrumentación con el concertista de la ópera italiana Mauricio Pyke.

Su ópera nacional

Resulta  sumamente interesante que Manuel Saumell, en 1839, pretendía escribir una ópera cuya acción se desarrollase totalmente en Cuba. Su voluntad era hacer cantar a indios y negros y recrear la vida de La Habana de finales del siglo XVI.

Para su ópera, solicitó un libreto en italiano basado en una novela que narraba los amores imposibles entre un español y una joven descendiente de padre extremeño y madre aborigen.

Pero su intento, que no tenía precedentes en toda la América, se vería frustrado. Es conocido que Domingo del Monte, mecenas del arte por aquellos tiempos, recibió una respuesta negativa y burlona de un amigo al que le había solicitado el libreto para la ópera de Manuel Saumell.

Así concluyó que el músico estaba en un error y contribuiría a desanimarlo.

Hecho musical lleno de implicaciones

Manuel Saumell, en contradanzas como “La Tedezco”, “La amistad”, “La Matilde” y “La Nené”, enunció, indistintamente, géneros que luego serían tan populares en Cuba como el danzón, la habanera, la guajira y la criolla.

De modo que todo cuanto se hizo en ellos con posterioridad fue ampliarlos y particularizar algunos elementos que ya estaban plenamente expuestos en la obra del músico.

Llena de hallazgos, dicha obra trazó el perfil exacto de lo criollo, creando una atmósfera melódica, armónica y rítmica, llamada a perdurar en la producción de sus continuadores.

Gracias a Manuel Saumell se fijaron y pulieron los elementos constitutivos de una cubanidad que, si bien existían, estaban aún dispersos en el ambiente. Con él nació en Cuba la idea del nacionalismo en música.

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