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¿Quién no ha tenido celos en algún momento de su vida? ¿O ha escuchado la frase: te celo porque te quiero? Sentirlos es parte de la naturaleza humana, es una respuesta emocional que ocurre como resultado de un complejo proceso psicológico que nunca es agradable.

Los celos representan una de las emociones más naturales o esenciales y al mismo tiempo, una de las más oscuras, dañinas e incómodas que existen.

Se tiene constancia de que ese sentimiento es inherente a la condición humana desde tiempos ancestrales, siendo por ejemplo una temática recurrente en la mitología Griega o en las narraciones de la Biblia.

Las personas quieren y aman sus pertenencias, sus puestos de trabajo, sus amigos, parejas, y la idea de perder ese vínculo o tan solo peligrar su existencia, los martiriza con ese horrible sentimiento.

¿Inseguridad o mucho amor?

Para muchas personas el amor es el principio y el origen de todas nuestras alteraciones y el compendio de los trastornos del alma. Los celos son una emoción que puede llegar al grado de obsesión y de tormento y que usualmente se desencadenan frente al miedo a perder a la persona amada.

El celoso identifica amor con posesión y, por extensión, con exclusividad. Los celos constituyen un mecanismo de control que pretende evitar esa pérdida, independientemente de si existen causas objetivas que motiven la inquietud.

El celoso exige fidelidad incondicional, no vive ni deja vivir y nunca está totalmente satisfecho porque la inseguridad y el fantasma de la traición le embargan.

Las personas muy celosas son con frecuencia apasionadas, ansiosas, un poco sadomasoquistas y neuróticas, proyectando en su entorno humano sus propias tendencias a la infidelidad.

Más allá de luces y sombras

Los celos, en contra de lo que podría parecer y de lo que sugieren algunas letras de canciones, argumentos literarios o guiones de películas, no siempre son consecuencia de un gran amor, ni indican cuánto se quiere, se necesita o se desea a la otra persona.

En muchas situaciones de celos hay, más que amor o miedo a la soledad, otras causas como sentimientos de posesión del otro, de necesidad de controlarle, de inseguridad en uno mismo.

Fortalecer el diálogo continuo, la confianza y el contacto amoroso son los mejores instrumentos para superar el desencuentro y los celos.

La receta está en tus manos: toma grandes y equilibradas cantidades de amor, de entrega y de comprensión; mezcla de forma racional los tres ingredientes, y sin medida consume el resultado diariamente.

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