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La Habana, Cuba. – Algunos analistas internacionales coinciden en que la 78 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas ha sido trascendental.

Esta vez los medios hegemónicos no han intentado descalificar con alevosía los asuntos en debate. Los líderes y representantes de los países han tenido la oportunidad de abordar los desafíos globales con total certeza, llamando las cosas por sus nombres y señalando al verdadero culpable: el imperialismo norteamericano y su desmedido cinismo.

Se escuchó en múltiples oportunidades la necesidad de enfrentar con un enfoque cada vez más científico e innovador los efectos de la pandemia de COVID-19, la crisis climática, los derechos humanos y el desarrollo sostenible.

El multilateralismo ha ganado espacio en el equilibrio y la proyección política de los participantes en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Un cambio definitivo salvará a la humanidad

Aunque los resultados de la Asamblea General de las Naciones Unidas no son vinculantes, ayudan a generar consenso internacional, promover el diálogo y sentar las bases para futuras acciones y resoluciones que puedan influir en la agenda global y dar forma a las políticas y compromisos de los países.

El periodo ha estado caracterizado por divergencias puntuales entre algunos Estados en conflictos, a su vez, han sido dibujadas las fronteras del compromiso con la paz.

Ha salido a la luz y con fuerza la necesidad de modular el poder de veto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y las brechas entre las discusiones y acciones concretas.

Aunque los resultados del periodo de sesiones no ofrezca resultados inmediatos, sin dudas contribuirán a crear consenso, fortalecer la cooperación internacional y sentar las bases para un cambio positivo en beneficio de la humanidad.

Más que un archipiélago moral

Cuba, en la voz de su Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, fue un participante reconocido en el 78 periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Los principios del multilateralismo, la solidaridad y la igualdad soberana entre los Estados, planteado antes en La Habana, ganaron en atención y consciencia para exigir de forma abrumadora —y en cada discurso de los miembros del Grupo de los 77 y China— el fin del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos y la exención de la Isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Sin dudas, la posición de Cuba en la Asamblea General de la ONU ha sido fundamental para la articulación de los diferentes temas tratados.

El prestigio ganado a lo largo de los años, una vez más tuvo un efecto extendido y contagioso en la sala principal y los diferentes foros realizados.