La Habana, Cuba. Esta semana despedimos a uno de esos peloteros que sin ser tan mediático ni durar tantos años en nuestras Series Nacionales, caló hondo en los seguidores del béisbol cubano. Nos referimos a Lázaro Martínez, receptor de equipos capitalinos y selecciones nacionales.

Hace apenas cuatro meses lo vimos por última vez. Junto a su hijo y nieto honró a este periodista en el lanzamiento del libro Medallas al Corazón, del cual es uno de los protagonistas.

Gracias por acordarse de mi, dijo como si olvidara que la reverencia siempre será poca para un pelotero y cubano auténtico, por más que alguien no lo reconociera ese día con el nasobuco puesto.

Este 20 de julio la muerte lo sorprendió. Su sencillez nunca le hizo pedir nada que no mereciera, a pesar de sus graves problemas de salud en los últimos años.

Receptor de la curva de Changa

Para quienes recuerdan a Lázaro Martínez, fallecido el pasado 20 de julio, el primer hecho que le viene a la mente era su defensa.

Era quizás el mejor receptor que le trabajaba al zurdo Santiago Changa Mederos, poseedor de una gran curva que la tiraba con mayor confianza cuando tenía a Lázaro Martínez detrás del home.

Como quiera que varias generaciones no lo vieron jugar y solo queda en ellos el vago recuerdo de frías estadísticas, debe recordarse siempre su enamoramiento total a este deporte, a los Industriales y a Cuba.

Para enseñar pelota hay que vivirla, sentirla en la sangre, sino no se puede.

Dirigir un equipo es otra cosa, porque hay que saber un poco más de psicología, de comunicación, pero para enseñar solo hace falta amor, declaró en una entrevista que este periodista guardo con celo.

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