Ese poder formidable, esa fuerza con que puedes
rivalizar con los dioses y ser titán y ser héroe,
joven: No lo desperdicies, ni malgastes, ni desprecies.
Tu instante es este de ahora; estudia, trabaja, crece
para transformar el mundo con tu energía rebelde.
Y el ímpetu de tus años, el vigor que te enardece,
tu potencia constructiva, tu pujanza inteligente,
entrégalos a tu pueblo, a tu país, a tu gente,
a la equidad comprobada, al bienestar que se extiende
y del cual beneficiario principal tú mismo eres.
No dejes que te seduzcan oros falsos y oropeles;
el canto de las sirenas no es abundancia de peces:
en marrano te transforma y en cordero te convierte.
No te detengas, muchacho, mira que el último pierde.