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La Habana, Cuba. – Yo hubiera querido ser el padre que nunca he sido, como el Martí que admiramos de padre para Ismaelillo, y el que sentimos vibrante entre los Versos Sencillos.

O ser como el padre aquel que nada legó a sus hijos pues sabía que el estado les daría pan y abrigo y todo lo indispensable para servirse a sí mismos.

Ser padre es ser un modelo palpitantemente vivo de virtud y de decencia, de honradez y de civismo. No es ser blando y complaciente ni rígidamente estricto, sino dar norma y conducta como alimento y vestido. Dicen que cualquiera es padre, más yo desmiento ese mito.

Hay varones que fecundan y luego escapan del nido: la paternidad biológica no da crédito legítimo. Ser padre no es ser hermano ni compañero ni amigo; padre es padre amor adentro, sin ADN y sin título.