La Habana, Cuba. – En los tiempos que corren la Inteligencia Artificial juega un papel cada vez más importante en la vida de muchas personas. La IA es omnipresente, y hace posible gran parte de las rutinas diarias como la reservación de un vuelo, la conducción de automóviles sin conductor o la personalización de las noticias matutinas. Pero la tecnología también trae consigo nuevos retos. Se asiste a un aumento de los prejuicios de género y étnicos, a amenazas significativas contra la privacidad, la dignidad y la capacidad de acción, a los peligros de la vigilancia masiva y al aumento del uso de tecnologías de la IA poco fiables en la aplicación de la ley. Hasta ahora, no había normas universales que dieran respuesta a esos problemas.
Se necesitan políticas y marcos normativos nacionales e internacionales para asegurar que esas tecnologías emergentes beneficien a la humanidad en su conjunto. Hace falta una IA centrada en el ser humano. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, propuso la elaboración de un instrumento normativo mundial integral para dotar a la Inteligencia Artificial de una sólida base ética, que no sólo proteja, sino que también promueva los derechos humanos y la dignidad humana. Una vez adoptado, sería una brújula de orientación ética y un cimiento normativo mundial que permitiría crear un fuerte respeto por el estado de derecho en el mundo digital.
El texto aprobado puede ser considerado un documento histórico al establecer valores y principios comunes que guiarán la construcción de la infraestructura jurídica necesaria para garantizar un desarrollo saludable de la Inteligencia artificial. En 2018, Audrey Azoulay, Directora General de la Unesco, lanzó un proyecto ambicioso: dar al mundo un marco ético para el uso de la inteligencia artificial. Tres años después, gracias a la movilización de cientos de expertos de todo el mundo y a intensas negociaciones internacionales, los 193 Estados Miembros de la organización acaban de adoptar oficialmente ese marco ético.
La Recomendación tiene como objetivo hacer realidad las ventajas que la IA aporta a la sociedad y reducir los riesgos que conlleva. Garantiza que las transformaciones digitales promuevan los derechos humanos y contribuyan a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, abordando cuestiones relativas a la transparencia, la rendición de cuentas y la privacidad, con capítulos políticos orientados a la acción sobre la gobernanza de los datos, la educación, la cultura, el trabajo, la atención sanitaria y la economía.
- Protección de datos: La Recomendación pide que se actúe más allá de lo que hacen las empresas tecnológicas y los gobiernos para garantizar a las personas una mayor protección, asegurando la transparencia, la capacidad de actuar y el control de sus datos personales. Afirma que todos los individuos deberían poder acceder a sus registros de datos personales o incluso borrarlos. También incluye acciones para mejorar la protección de los datos y el conocimiento y derecho del individuo a controlar sus propios datos. También aumenta la capacidad de los organismos reguladores de todo el mundo para hacerla cumplir.
- Prohibición de los marcadores sociales y la vigilancia masiva: La Recomendación prohíbe explícitamente el uso de sistemas de IA para la calificación social y la vigilancia masiva. Ese tipo de tecnologías son muy invasivas, vulneran los derechos humanos y las libertades fundamentales y se utilizan de forma generalizada. La Recomendación subraya que, a la hora de desarrollar marcos normativos, los Estados Miembros deben tener en cuenta que la responsabilidad última y la rendición de cuentas deben recaer siempre en los seres humanos y que no se debe otorgar personalidad jurídica a las tecnologías de IA por sí mismas.
- Ayudar a supervisar y evaluar: La Recomendación también sienta las bases de las herramientas que ayudarán a su aplicación. La evaluación del impacto ético pretende ayudar a los países y a las empresas que desarrollan y despliegan sistemas de Inteligencia Artificial a evaluar el impacto de esos sistemas en las personas, la sociedad y el medio ambiente. La metodología de evaluación del grado de preparación ayuda a los Estados Miembros a evaluar su grado de preparación en términos de infraestructura jurídica y técnica. Esa herramienta ayudará a mejorar la capacidad institucional de los países y a recomendar las medidas adecuadas que deben adoptarse para garantizar la aplicación de la ética en la práctica. Además, la Recomendación anima a los Estados Miembros a considerar la posibilidad de añadir el papel de un funcionario independiente de ética de la IA o algún otro mecanismo para supervisar los esfuerzos de auditoría y seguimiento continuo.
- Protección del medio ambiente: La Recomendación subraya que los actores de la Inteligencia Artificial deben favorecer métodos eficaces en cuanto a datos, energía y recursos que ayuden a garantizar que la IA se convierta en una herramienta más destacada en la lucha contra la crisis climática y en el tratamiento de los problemas medioambientales. La Recomendación pide a los gobiernos que evalúen el impacto medioambiental directo e indirecto a lo largo del ciclo de vida del sistema de IA. Eso incluye su huella de carbono, el consumo de energía y el impacto ambiental de la extracción de materias primas para apoyar la fabricación de tecnologías de IA. También pretende reducir el impacto medioambiental de los sistemas de Inteligencia Artificial y las infraestructuras de datos. Incentiva a los gobiernos a invertir en tecnología verde, y si hay un impacto negativo desproporcionado de los sistemas de IA en el medio ambiente, la Recomendación instruye que no se utilicen.
Las tecnologías emergentes tales como la Inteligencia Artificial han demostrado su inmensa capacidad para hacer el bien. Sin embargo, hay que controlar sus impactos negativos, que exacerban un mundo ya dividido y desigual. Los desarrollos de la IA deben respetar el estado de derecho, evitar los daños y garantizar que, cuando éstos se produzcan, los afectados tengan a su alcance mecanismos de responsabilidad y reparación.
Se espera que la IA genere casi cuatro billones de dólares de valor añadido para 2022. Para 2030, se espera que los beneficios económicos sean mayores en China y América del Norte, y que representen el 70% del impacto económico mundial de la Inteligencia Artificial. La IA tiene una dinámica de «el ganador se lo lleva todo» que necesita ser regulada: la concentración de la IA en manos de pocos países de altos ingresos probablemente dejará a los países en desarrollo muy atrás, como siempre ocurre. Esos últimos no se beneficiarán, o lo harán muy poco, de las tecnologías de la IA y carecerán de propiedad sobre dichas tecnologías.
Solo el 22% de los profesionales que se dedican a la Inteligencia Artificial son mujeres. Debido a que están subrepresentados en la industria, los prejuicios y estereotipos de género se están reproduciendo en las tecnologías de la IA. No es una coincidencia que las asistentes personales virtuales como Siri, Alexa o Cortana sean «femeninas» por defecto. El servilismo y a veces la sumisión que expresan son un ejemplo de cómo la IA puede (seguir) reforzando y difundiendo los prejuicios de género en nuestras sociedades.
A medida que el planeta continúa calentándose, los impactos de la crisis climática empeoran. Mediante la recopilación y el análisis de datos, los modelos impulsados por la IA podrían, por ejemplo, ayudar a mejorar la gestión de los ecosistemas y la restauración del hábitat, esencial para menguar la disminución de las poblaciones de peces y fauna silvestre. La extracción de datos consume casi el diez por ciento de la energía a nivel mundial. Por lo tanto, también es esencial abordar el alto consumo de energía de la IA y el consiguiente impacto en la emisión de carbono.
La Inteligencia Artificial ya está en nuestras vidas, dirigiendo nuestras elecciones, a menudo en formas que pueden ser perjudiciales. Hay algunos vacíos legislativos alrededor de la industria que deben ser tratados rápidamente. El primer paso es convenir exactamente qué valores deben ser consagrados, y qué normas deben ser aplicadas. Existen muchos marcos y directrices, pero se aplican de manera desigual, y ninguno es realmente mundial. La IA es mundial, por lo que necesitamos un instrumento mundial para regularla.
Con esto termino, y ya saben, si me ven en algún sitio, me saludan.