La Habana, Cuba. – Este sábado se cumplen 70 años del alumbramiento de la televisión en Cuba, el tercer país en América Latina en disponer de semejante invento, que en sus primeros años tuvo marcados intereses comerciales.

La Revolución transformó el modelo de tan influyente medio de comunicación masiva. Tomó otros contenidos y su señal llegó a los rincones más remotos del país, con el concepto bien claro de dirigir un preciso mensaje cultural e ideológico.

Y hoy, más que dar paso a la nostalgia o al recuento, valdría valorar –sobre todo- cuánta potencialidad tiene aún por aprovechar ese medio para reflejar fielmente la dinámica de la sociedad cubana.

La influencia social de la televisión obliga a creadores y directivos a tener siempre las fuerzas en tensión. Para no confundir lo popular con populismo. Para que vaya ganando espectadores cada vez más exigentes.

Una responsabilidad medular

Aún en estos tiempos, nadie puede poner en duda el alcance social de la televisión, aunque mover las palancas de atracción de un público tan heterogéneo es tarea nada fácil, si hay que perfilar una programación sustentada en valores esenciales para el ser humano.

Mientras en el mundo proliferan espacios marcados por el sensacionalismo, la violencia, el morbo y la trivialidad, en Cuba se le da a la televisión una responsabilidad medular, pues no puede ser asimilada sólo como un vehículo de divertimento.

Ante todo debe educar, informar; sin renunciar a un lenguaje atractivo. La tecnología -ya se sabe- es imprescindible pero más decisivo es el talento humano.

En este cumpleaños 70 de la televisión cubana recordemos sus hitos, reconozcamos sus saltos cualitativos. La radio -su hermana mayor- la felicita y confía en andar juntas otro largo trecho.