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La Habana, Cuba. – A Luis de Góngora Argote, el poeta más original e influyente del Siglo de Oro español, le bastaban su vista aguda y lengua mordaz para entregar su perspectiva de la sociedad o el retrato de un personaje.

Su obra rompió moldes, inauguró un lenguaje en la poesía caracterizado por lo irónico, lo cáustico y lo desdeñoso, y fue el máximo representante del culteranismo, línea que acude a metáforas cultas para añadir ingredientes al texto e intrigar al lector.

Entre sus obras más significativas se hallan Las firmezas de Isabela, Fábula de Polifemo y Galatea, Las Soledades y Panegírico al Duque de Lerma, además de sonetos, canciones, romances, letrillas y décimas de refinamiento notable.

Enfermo de arteriosclerosis prematura, causa probable de su amnesia, Luis de Góngora murió de apoplejía a los 66 años, en Córdoba, el 23 de mayo de 1927.

Dando y dando

Injurias, imputaciones y ponzoña maquilló la relación de tres de los grandes representantes del Siglo de Oro español: Luis de Góngora, Lope de Vega y Francisco de Quevedo.

Mientras Lope se burló del estilo culto de Góngora, este le llamó borracho y dijo que como cura era una enfermedad; revelador en ambos fue la apreciación de la utilidad de la literatura: Lope mantenía que debía acercarse al pueblo, y Góngora sostenía que el pueblo debía acercarse a la cultura.

La más tóxica polémica de Góngora fue con Francisco de Quevedo, quien ridiculizó el complicado estilo cultista y lo llamó docto en pullas, cual mozo de camino; así, Góngora lo emplazó como ignorante rudo, borracho y se burló de su cojera.

Vuelto leyenda el encono, lo justo es decir que la relación entre sus dos concepciones estéticas, la conceptista y la culterana, marcó el devenir literario del siglo XVII.