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Su muerte conmocionó a su pueblo y al mundo entero, quizás porque pensábamos que un hombre como él estaría predestinado a la inmortalidad.

Fidel había muerto y tras la consternación por la noticia que a muchos nos dejó anonadados, evocamos entonces su presencia, conscientes de que la Revolución que nos legara seguiría  tan viva y pujante como el hombre  que la hizo y la engrandeció.

Han transcurrido 4 años de aquel infausto 25 de noviembre, y seguimos recordándolo.

Sus enseñanzas, su prédica y su ejemplo de dignidad, decoro y patriotismo han devenido símbolos para Cuba y el planeta también, porque hombres como Fidel no nacen todos los días, lo demuestra su vida, sustentada por la coherencia entre sus ideas y su actuación de Comandante invicto.

En horas buenas o en horas malas

A vuelo de pájaro  lo recordamos en los campos de su natal Birán, fortaleciendo su espíritu quijotesco en el aprendizaje de lo que sería su gran sueño, el que marcaría el inicio de una nueva etapa en la historia de Cuba: el Moncada.

Pronto emprendería los preparativos y entrenamientos para la liberación de Cuba y, junto a otros expedicionarios, partió en el Granma a enfrentar su luminoso destino de combatiente en la Sierra Maestra, iniciando el camino de la lucha, en horas buenas o en horas malas.

En todas partes, como versó la poeta y ensayista Mirta Aguirre. Presente en el trabajo o entre las balas, es también el héroe de Girón y el estadista sereno de la Crisis de Octubre.

Un líder revolucionario de visionario pensamiento y ética encomiable, un hombre que, como el Cid Campeador, sigue ganando batallas aun después de muerto.

Hombre que hizo historia

La partida física del hombre de dimensión humana que desafió a la historia, haciéndola, deviene legado y eterno compromiso para nosotros.

Desde la sensibilidad colectiva acompañamos su marcha desde La Habana hasta el Santiago heroico de sus luchas y destino final.

Homenaje póstumo de un pueblo que honraba al Héroe que, como Martí, no tuvo reposo en su existencia, dedicada por entero a Cuba.

Vivimos tiempos difíciles pero transformadores, marcados por el curso de una pandemia con la que, de momento, hemos de convivir, y un bloqueo que refuerza tuercas, pero no nos doblega, porque aprendimos de Fidel, ese gran gestor de victorias que nos acompaña en estos lances, y que, al decir de la Premio Nacional de Literatura Nancy Morejón, nos dejó su fortuna, una sola fortuna, la de ser Fidel.

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