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Fue la voluntad de las masas la que aprobó la Constitución de 1976. De una amplia consulta popular partió su elaboración, genuina expresión de la participación directa del pueblo en el ejercicio del poder.

Toda la nación devino órgano constituyente, con la posibilidad de estudiar y proponer en la construcción de esa gran obra colectiva.

Tres reformas tuvo más tarde la Carta Magna vigente, la primera en 1978, cuando se decidió que la Isla de Pinos pasara a denominarse Isla de la Juventud.

Luego, en 1992, fue aprobada una segunda reforma, fruto de la cual se establecieron nuevas formas de elección de los diputados y delegados a las asambleas provinciales, y se incluyó la definición del país como Estado laico, así como la libertad de los ciudadanos a practicar las ideas religiosas de su preferencia.

Una obra colectiva

La Constitución vigente tuvo una tercera y última reforma en 2002, con un proceso plebiscitario en el que participaron más de 9 millones de personas.

Quedaría expresamente consignado el carácter irrevocable del socialismo, así como que las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con otro Estado no pueden ser negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera.

Ahora, por estos días, estamos a las puertas de un referendo que llega luego de una amplia consulta popular en la que, como en 1976, cada cubano pudo opinar, proponer y aportar a la conformación de la Carta Magna que guiará los destinos de Cuba.

Votar Sí el 24 de febrero por la nueva ley de leyes será refrendar un texto que entre todos edificamos, símbolo del carácter profundamente democrático de la Revolución.