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Seguro habrás observado alguna vez que cuando alguien entra en contacto con el polvo empieza a lagrimear y a estornudar de manera dramática. Entonces pensamos que es alérgico al polvo y muchos estarían de acuerdo con ello.

Pero según los especialistas el polvo como tal no produce alergia en las personas, y su reacción al contacto no debería exceder una irritación que ni siquiera llega a activar el sistema inmunológico.

Lo que sucede, señala un trabajo publicado en la revista Bohemia, es que el polvo puede contener partículas provenientes de los ácaros, las cuales sí pueden generar alergia en algunas personas.

Tradicionalmente se ha equiparado la alergia al polvo con los ácaros, pues esos insectos de la familia de los arácnidos se localizan en el polvo de la casas, según señala la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica.

Los ácaros y las alergias estacionales

El polvo contiene una variedad de agentes responsables de alergias, como escamas de la piel de los humanos, restos de animales domésticos, esporas de hongos, ácaros y polen.

Es por ello que muchas personas alérgicas al polen también desarrollan los síntomas al entrar en contacto con el polvo, sobre todo en otoño y primavera.

Sin embargo, los alérgicos a los ácaros pueden presentar síntomas en cualquier estación del año, siempre que existan condiciones propicias para la proliferación de esos pequeños arácnidos.

Aclara la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica que una habitación mal ventilada, con animales, o con problemas de humedad, será un nido constante de ácaros.