La Habana, Cuba. – A los 91 años, la comandante del Ejército Libertador Magdalena Peñarredonda Doley murió en territorio artemiseño el 6 de septiembre de 1937.

Atrás quedaba la vida consagrada de La Abanderada de Vueltabajo, como la llamó el pueblo reconociendo sus servicios a la Patria en los que destacaron trabajos de inteligencia, de correo mambisa y periodista.

Delegada por Pinar del Río a la Junta Revolucionaria de La Habana y mensajera de Antonio Maceo durante la campaña en Occidente, tanto la consideró el Titán que la designó Delegada del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador.

A Magdalena Peñarredonda la distinguió Máximo Gómez por su valentía; María Cabrales le declaró admiración; José Martí le dedicó un ejemplar de los Versos Sencillos; y Mayía, Rodríguez, dijo que si hubieran abundado patriotas como ella, Cuba sería independiente.

Periodista de indomable verbo

Por sus reportes sobre los hombres que en el campo de batalla defendían la libertad de la Patria, la pinareña Magdalena Peñarredonda Doley fue la más popular e importante de las periodistas mambisas durante la Guerra de Independencia.

Después de la derrota y la constitución de la seudorrepública, continuó llenando cuartillas censurando con su palabra directa y reflexiva los regímenes de turno.

Entre sus escritos, algunos salidos de los talleres tras personal y minuciosa revisión ante el pavor de las erratas, se hallan Los primeros síntomas y Epidemia morbosa, en los que el dedo acusador está presente en cada párrafo.

Pero, en tiempos discriminatorios, el nombre de Magdalena Peñarredonda Doley no aparecerá en esos textos; en su lugar, la patriota tuvo que firmar con seudónimos masculinos que son toda una alegoría: Benito Gómez y Máximo Juárez.