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Desde pequeño, el haitiano René Richard Morpeaux se extasiaba con el arte ancestral de la tejeduría, la música y los rituales secretos de la religión vudú. Dice que en su juventud vino para Cuba e incorporó esas tradiciones a la nueva vida que forjó: primero, en las sabanas camagüeyanas, y después en la Sierra Maestra.

Según el antropólogo Jesús Guanche, miles de emigrados haitianos se movían por el Caribe y trasladaban a esas regiones de acogidas sus raíces más apreciadas.

René Richard laboró en plantaciones cañeras y cafetaleras, y subraya que aquel arduo trabajo agrícola otorgó relevancia económica a esas obligadas huidas, pues su tierra estaba sumida en extrema pobreza y violencia.

Señala que su herencia, en la que destaca el soporte espiritual, ha llegado fortalecida al siglo XXI. Este hombre es un referente de cómo se produjo la simbiosis cultural entre Cuba y Haití.

Centenario artista

Tras su experiencia cañera en el Camagüey, el haitiano René Richard Morpeaux consideró que su arraigo cubano debía estar en el lomerío oriental. Escogió la intrincada zona de Manacal de Pinalito, en las tierras altas de Guisa.

Allí combinó las duras faenas del café con la artesanía y el arte. Para la promotora Aleidis Cuba, el ya centenario tejedor de sombreros de yarey y músico empírico, se convirtió en un magnífico portador de su visión cultural y la hizo relevante en las montañas granmenses.

René creó la agrupación folclórica Los Richard, comprometida con la preservación de las manifestaciones músico-danzarias y espirituales de la comunidad haitiana en Cuba.

Argumenta que en asentamientos rurales y urbanos la gente disfruta con los ritmos, bailes, historias y leyendas de su tierra natal. Y con ellos van investigadores y escribas, para divulgar lo que hacen.

Influencias y reconocimientos

Llegado a Cuba en 1952, el haitiano René Richard Morpeaux pasó de ser jornalero agrícola a creador relevante en la música, las manualidades y la religión. Y lo ha logrado desde su humilde pero trascedente trabajo cultural en la Sierra Maestra.

Richard ha fundado agrupaciones folclóricas, promueve la oralidad, habla de la riqueza étnica de sus ancestros africanos y lleva alegría y el conocimiento a su gente del lomerío cubano.

Su autoimpuesta misión de preservar sus tradiciones pasó de empeños a realidad y se ha fortalecido, destaca Mailín Elías, directora de Patrimonio Cultural en Granma.

Con una vida fundida en el trabajo, la formación y los saberes, René mereció la medalla Raúl Gómez García, es Hijo Adoptivo de Guisa y la Asociación Haitiana de Cuba le reserva consideraciones especiales. Porque virtudes le sobran.