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Así definía José de la Luz y Caballero a quien fuera el Segundo Descubridor de Cuba: Alejandro de Humboldt.

Considerado el padre de la geografía moderna universal, ese geógrafo, astrónomo, naturalista y explorador alemán estudió las corrientes oceánicas de la costa occidental de América del Sur, investigó los volcanes americanos, registró sus erupciones, y midió el descenso en la intensidad magnética, según iba de los polos hacia el Ecuador.

En Cuba, las investigaciones realizadas por Alejandro de Humboldt  ampliaron los conocimientos de la geografía, la flora, fauna, el clima, los suelos, el cultivo de la caña y la fabricación de azúcar.

Expuso una tesis sobre la formación de las Antillas y la constitución de la geología cubana, y confeccionó un mapa con mediciones exactas de la latitud de varios puertos y ciudades, entre ellas las de La Habana.

Viajero infatigable

De su vivencia durante el recorrido por las colonias españolas en Centro y Sudamérica, Alejandro de Humboldt conformó su obra Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente, en 30 tomos.

Uno de los hallazgos derivados de sus expediciones es el estudio sobre el vulcanismo y su relación con la evolución de la corteza terrestre. Su pensamiento, recalcado en varios textos autobiográficos, reflejan también los problemas sociales de su época, así como su combate contra la esclavitud.

A Alejandro de Humboldt se le atribuye la invención de nuevas expresiones, como isodinámicas, isotermas y tempestad magnética.

Ese científico alemán desarrolló las bases de la geografía física, la geofísica y la sismología, y demostró que no puede haber conocimiento científico sin experimentación verificable.