Más allá de divergencias en el proceso revolucionario iniciado en mil ochocientos sesenta y ocho, para Francisco Vicente Aguilera Tamayo estuvieron los intereses de la Patria, la libertad del pueblo y la unidad de la Revolución.

A este iniciador de la guerra independentista cubana, José Martí calificó como El caballero intachable, ensalzando así su honestidad, generosidad, rectitud y prudencia al servicio de la soberanía de Cuba.

Poseedor de una gran fortuna que abandonó por la causa independentista, el bayamés murió el veintidós de febrero de mil ochocientos setenta y siete, casi congelado por el frío de Nueva York, con zapatos agujereados y la angustia de no siempre haber sido comprendido.

Poco antes de morir, Francisco Vicente Aguilera Tamayo escribió a Salvador Cisneros Betancourt: “Las joyas más preciadas para mi corazón, fueron siempre el honor y la verdad”.

Un hombre en Revolución

El abogado y político Francisco Vicente Aguilera se incorporó a la gesta de mil ochocientos sesenta y ocho y durante ella fundó el Comité Revolucionario de Bayamo, alcanzó el grado de Mayor General, y desempeñó los cargos de Secretario de Guerra y de vicepresidente de la República en Armas.

Fue Carlos Manuel de Céspedes quien lo envió a Estados Unidos para unificar a los emigrados y conseguir el envío de expediciones con logística que abastecieran al Ejército Libertador.

De Francisco Vicente Aguilera, expresó Manuel Sanguily: «No sé que haya vida superior a la suya, ni hombre alguno que haya depositado en los cimientos de su país y en su nación mayor suma de energía moral, más sustancia propia, más privaciones de su familia adorada ni más afanes ni tormentos del alma».

Ese fue el hombre que, ante la quema de Bayamo, dijo: «Nada tengo mientras no tenga patria».

Redactó: Iraida Calzadilla.