Vigilante desde una colina, entre el poblado de Casablanca y la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, el Cristo habanero da la bienvenida a los navegantes que llegan a la ciudad surcando las aguas de su hermosa bahía.
La escultura, de unos 20 metros de altura en mármol de Carrara, funge de guardiana de la antigua urbe desde diciembre de 1958, cuando la joven artista cubana Jilma Madera, después de haber permanecido dos años de intenso trabajo en Italia, vio emplazada su obra maestra.
Declarado Monumento Nacional desde noviembre de 2017, el Cristo habanero se ha convertido en uno de los símbolos más atractivos y de obligatoria visita para aquellos que llegan a la villa de San Cristóbal, próxima a celebrar su aniversario 500 el venidero mes de noviembre.