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Por: Oscar Ferrer

En el idioma español abundan las frases hechas o dichos populares, que tienen disímiles orígenes. Una muy empleada con frecuencia, y vinculada a los escenarios educativo, laboral, deportivo y otros de la cotidianidad, es “dormirse en o sobre los laureles”.

Estima el diccionario de la Real Academia Española que la expresión significa descuidarse alguien o abandonarse en la actividad emprendida, confiando en los éxitos que ha logrado.

Por lo general se utiliza la frase para hacer mención de alguien que se ha relajado, ha dejado de hacer lo que debía o lo está haciendo sin deseos, pues tras algún triunfo en su labor se deja de esforzar, pretendiendo seguir siendo valorado por lo bueno que hizo algún día, aunque ya no obra positivamente.

Para descifrar el dicho hay que recordar que en la Grecia y Roma antiguas se agasajaba a los más ilustres ciudadanos con una corona de hojas de laurel.

Génesis remota

Sobre el origen de la frase dormirse en los laureles debe saberse que para griegos y romanos de antaño el laurel era un árbol protector y curativo, que veían como señal de gloria y símbolo de resurrección.

Durante los Juegos Píticos, que se hacían en Delfos, ciudad de Grecia donde tenía un templo el dios Apolo, los atletas vencedores eran premiados con coronas de laurel.

También la recibían los ciudadanos helenos o romanos más ilustres, entre ellos filósofos, poetas, militares y políticos, además de los deportistas. Era tal el valor simbólico de las coronas de laurel que algunos líderes y emperadores se las auto-otorgaban y las llevaban en sus cabezas.

Alcanzada la distinción, muchos de los que la obtenían de un modo u otro no volvían a esforzarse más, es decir, se dormían en los laureles. En Cuba esa expresión es también descuidarse, entretenerse y no hacer lo debido.