Dulce María Loynaz Muñoz, nació en nuestra Habana, la bella ciudad que cumplirá sus primeros 500 años.
En cierta ocasión, Dulce María contó que, según decía su madre, ella nació el 10 de diciembre de 1902, en el número 4 de la céntrica calle Prado, en una casa que ya no existe.
Los recuerdos más cercanos de su infancia eran los de una antigua casona de la calle Amistad, esquina a San Rafael, muy cercana al Parque Central, sitio donde también nacieron los hermanos que le seguían: Enrique, Carlos Manuel y Flor.
Ellos podían disfrutar ahí toda clase de juegos, aunque no les permitían salir del inmueble y si estudiar mucho, en un ambiente de cuidados, afecto y amor.
La celebración de las juevinas
En cierta ocasión, Dulce María Loynaz comentó que a los 10 años ya había hecho algunos versos y consideraba que para ella y sus hermanos, la poesía era “como esos ríos que corren gran trecho bajo la tierra, hasta que al fin, encuentran cualquier grieta para poder brotar”.
En la segunda década del siglo Veinte, la familia dejó la céntrica casona donde vivían, en la zona comercial habanera, y se fueron para la que otrora fue un hermoso chalet de madera, que hoy está en ruinas, casi al final de la calle Línea, esquina a 14, en la barriada capitalina de El Vedado.
En esa vivienda cercana al túnel, rodeada de hermosos jardines, se celebraban agradables tertulias, a las que iban grandes figuras de la intelectualidad habanera, de diferentes ramas del saber, las que por realizarse los jueves a las 5 de la tarde se les conocía como juevinas.
Poetisa multipremiada
Destacadas personalidades de las letras como los españoles Federico García Lorca y Juan Ramón Jiménez, sostuvieron una larga relación amistosa con la habanera Dulce María Loynaz, quien los recibió en el seno de su hogar, y también las sudamericanas Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral.
De la poetisa cubana hay que destacar su libro Jardín, que los especialistas tienen catalogado como autobiográfica y ella dijo en cierta ocasión que en esa obra quemó su alma.
Su trayectoria literaria fue reconocida con diversos galardones, como la Gran Cruz de Alfonso el Sabio, el Premio Nacional de Literatura en 1987, la Medalla de Hija Adoptiva de Pinar del Río y otros, entre los que se destacan el Premio Cervantes, del que dijo Dulce María: “No es un honor solo para mí, pues lo recibe también la cultura de mi Patria.