En exceso, los refrescos provocan hipertensión, diabetes y obesidad. En el momento que tomas un refresco, el azúcar y la cafeína corren por tus venas causando un choque de energía similar a la elevación que producen la drogas, después sufrirás el consecuente bajón.

Pero lo preocupante es lo que pasará al cabo del tiempo si eso se convierte en un hábito. El consumo de bebidas gaseosas azucaradas tiene importantes implicaciones en el desarrollo de enfermedades graves, tanto en la juventud como en la edad adulta.

Según un estudio publicado en la revista médica ‘The Lancet’, beber ese tipo de refrescos aumenta, hasta seis veces, el riesgo de padecer obesidad.

Los resultados indican que el índice de masa corporal aumenta por cada ración de ese tipo de bebidas que consumen los niños.