Por Miguel Alejandro García
En la Sierra de los Órganos, al norte de Pinar del Río, está el valle de Viñales. Designado Parque Nacional en 1999, la zona que comprende y gran parte de la sierra que lo rodea, es también Patrimonio Natural de la Humanidad.
Situado a 178 kilómetros de La Habana, en el parque destacan la Cueva del Indio, con su río subterráneo; el Mural de la Prehistoria, enclavado en una ladera del mogote Pita; el Palenque de los Cimarrones, el Rancho San Vicente y el fabuloso Mirador de Los Jazmines, centros turísticos con gran aforo de público anualmente.
El Valle de Viñales, parte de la cordillera de Guaniguanico, y alberga inusuales formaciones montañosas, únicas en la isla, llamadas mogotes, lo que también genera atractivo por su exclusividad.
Mural a la intemperie
Gráfico de la evolución natural en la zona, en el valle de Dos Hermanas se encuentra el Mural de la Prehistoria, pintado sobre una pared de piedra natural, en el mogote llamado Pita.
El mural de tipo monumental mide 120 metros de alto; su autor fue Leovigildo González Morillo, quien fungiera como Director de Cartografía de la Academia de Ciencias de Cuba.
En la pintura se observa el proceso evolutivo del hombre y de los animales en la Sierra de los Órganos; pues enmarca a los indios guanahatabeyes, especies de mamíferos, animales gigantescos, y algunos moluscos. En el valle, varias cuevas alcanzan 300 metros de extensión, y por su interior corre un río subterráneo.
Entre ellas se encuentra la denominada Reina de las espeluncas, la Caverna de Santo Tomás, caracterizada y topografiada por el Doctor Antonio Núñez Jiménez, el cuarto descubridor de Cuba.
Punto de convergencia
En el Jurásico, el territorio del Valle de Viñales estuvo compuesto por mar, deltas y llanuras del desaparecido continente. Se han encontrado abundantes fósiles de amonites, peces, así como restos del dinosaurio terrestre Diplodocus y del reptil marino Ictiosaurus, lo que lo convierte en sitio de referencia científica.
Además, existen allí alrededor de 17 especies botánicas endémicas, que no se encuentran en otro lugar del mundo.
Atravesado por complicados senderos, Viñales deviene en un entorno único, de inigualable belleza, donde se puede observar la nobleza del campesino arando sus tierras, y degustar de la mano de alguno de ellos el mejor tabaco y café de la región.
Es, sin dudas, el paraíso donde convergen lo más sublime de la naturaleza y la calidad humana de su gente.