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Por Rogelio Riverón Banal como la peor de las modas, se ha expandido entre los comunicadores cubanos la manía de decir acá, para referirse al sitio desde el que se enuncia un presupuesto dado.

Víctimas de un tonto efecto dominó, frente a las cámaras o frente a auditorios más discretos, quienes no hace mucho eran practicantes congénitos del aquí, buscan ahora su pedazo de actualidad adoptando un modismo que opera de modo natural allá por el río de La Plata.

Soslayan, aún sin saberlo, una norma que ha dado versos tan sobrecogedores como este: aquí está el pecho, mujer, que ya sé que lo herirás. Cierto que la lengua no es un corsé para restringir al hablante, pero ser creativos está lejos de significar que se adopten modas a coro, como el coro de grillos que le cantan a la luna.

Aquí los amaneceres son apacibles

Una estudiosa de la lengua afirma que quien dice te amo, se suma a los millones de seres que se han visto en la necesidad de decirla a lo largo de la historia. Así, su originalidad no está en la frase, sino en ser víctimas del amor.

No obstante, cada comunicador debe saber que recurrir a conexiones gastadas por el uso es la vía más segura para no ser tomado en cuenta. Diálogo enriquecedor, recreación sana, firme compromiso, merecido descanso, sensible pérdida, son frases que, si antaño resultaron ocurrentes, hoy son ampulosas y aburridas.

Una curiosidad: el equipo de pelota de otra provincia es en Cuba el visitador y no el visitante, como se dice en el fútbol. No es un error. Mario Vargas Llosa tituló una de sus novelas Pantaleón y las visitadoras.