Por: Joel García

La Habana, Cuba. – Justo 20 minutos pasadas las 5 de la tarde del 19 de octubre se concretó un hecho acariciado por miles de cubanos.

El béisbol, el juego de las bolas y los strikes o simplemente la pelota subió al pedestal sagrado para ser declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación en su cobija más antigua e histórica: el estadio Palmar de Junco, en Matanzas.

El diploma que lo acredita fue quizás el protocolo más esperado por las autoridades.

Tras la lectura de la Resolución que avala este reconocimiento, la propia presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de la Nación, Sonia Virgen Pérez Mojena, hizo entrega de los certificados a Osvaldo Vento, titular del Inder, Juan Reynaldo Pérez, comisionado nacional de la disciplina, y Roberto Pacheco, narrador deportivo y presidente de las Peñas Deportivas. A la par, muchos matanceros disfrutaban ser testigos de ese momento.

Deporte pasión de millones

Tal y como había sido concebido, la ceremonia de exaltación al Béisbol cubano como Patrimonio Cultural de la Nación contó además con un homenaje a la familia Sánchez (Wilfredo, Fernando, Arturo y Felipe), quizás la más ilustre del béisbol matancero y una de más numerosas y brillantes de todo el país cuando se habla de dar un hit o impulsar una carrera para la victoria.

El trovador yumurino Raúl Torres y la actuación de la orquesta Failde (defensora del danzón, baile nacional y Patrimonio de la Nación también) completaron el guión del sencillo acto, imprescindible paso para robustecer todo lo que de identidad carga un out, un título nacional o un jonrón legendario.

Osvaldo Vento, Presidente del Inder, clausuró el encuentro y dedicó unas palabras emotivas a hacer realidad un sueño también de Fidel, amante del deporte pasión para millones de cubanos.