Compartir

La Habana, Cuba. – El domingo 26 de julio de 1953 fue un día típico de verano en Cuba. Había un calor especial, que se dejaba sentir en la fogosidad heroica de aquel grupo de revolucionarios, que tomó el cielo por asalto, al irrumpir en los cuarteles Carlos Manuel de Céspedes y Moncada, de la zona oriental del país.

Años más tarde, la heroína de la Sierra y el Llano, Vilma Espín, relató sus recuerdos de esos momentos, cuando dijo: Aquel 26 de Julio, en Santiago, ni Frank ni ninguno de nosotros sabía lo que estaba pasando en el Moncada, ni sabíamos quiénes eran, qué era lo que justamente sentíamos a las cinco de la mañana de aquel día.

Poco después la joven santiaguera se sumó activamente a la lucha, para no abandonarla hasta el último día de su vida.

Adelante con las ideas de los integrantes del Moncada

Sobre sus vivencias de aquellos días aciagos que se vivieron en Santiago de Cuba, alrededor del 26 de julio de 1953, Vilma Espín recordó cuatro décadas más tarde en un coloquio sobre el pensamiento y la obra de Fidel: Ese mismo día y al siguiente, estábamos desesperados por saber qué pasaba.

Dos días después empezábamos a saber quién era Fidel, porque todavía no lo habían encontrado y ya sabíamos con certeza que habían asesinado a una gran cantidad de jóvenes, porque los trasladaban para la morgue del cementerio.

Desde esa temprana época la muchacha santiaguera, compañera del líder estudiantil normalista Frank País, se sumó a la lucha de diversas formas, con el afán de seguir adelante justamente con las ideas de los integrantes de la acción del Moncada.

Los jóvenes nos unimos a Fidel

Unos cuarenta años después del asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, ambos de la región oriental del país, Vilma Espín recordaba cómo el líder del 26 de Julio, Fidel Castro, al salir de la prisión, nombró a Frank País, dirigente de Acción Nacional del Movimiento y  señaló: Esta entrega de tan alta responsabilidad de los revolucionarios tan jóvenes de aquel tiempo, en que políticamente la enorme mayoría no estábamos formados; principiantes como yo misma y muchas otras mujeres y hombres jóvenes y otros no tan jóvenes, nos unimos todos.

Después destacó Vilma: Fidel demostró con su valentía, su arrojo y dignidad, con su pensamiento que era un jefe capaz de llevar adelante todo cuanto queríamos hacer, de guiar nuestra lucha: seguimos a Fidel.