La Habana, Cuba. – Unos días antes del asalto al cuartel Moncada, Manuel Isla Pérez cumplió 20 años, había nacido el 15 de julio de 1933 en Santa Eugenia, en Bagáez, municipio Nueva Paz.
Desde el surco, el padre le habló de la fecha y el muchacho, sin tiempo para comentarios festivos, le contestó: Del cumpleaños de los pobres nadie se acuerda. Los pobres no hemos nacido, viejo. Naceremos un día cuando sepamos morir por un ideal.
Once jornadas después, el campesino de la otrora La Habana, entró a la historia y fue uno de los primeros en marchar al combate como asaltante de la posta tres del cuartel Moncada.
Abortada la operación, Manuel Isla Pérez escapó, caminó con otros compañeros por Santiago de Cuba, los apresaron, torturaron y los cadáveres los presentó el Ejército en El Conuco, zona de El Caney, como si hubieran caído en combate.
El guajirito de los palos
El 24 de julio de 1953, a las 12:00 del día, llegó el aviso al municipio Nueva Paz de que siete compañeros debían viajar enseguida a La Habana; dentro de ellos Manuel Isla Pérez.
El joven compartió el último almuerzo en familia, cuando terminó, y sin probar el dulce casero, fue al cuarto para empaquetar un pequeño bulto de ropa; en la despedida, en el portal de la casita de Los Palos, dijo que si no regresaba esa noche, que no se asustaran, y partió con una fortuna de dos pesos.
Durante años, sus ropas de guajiro rebelde permanecieron colgadas en un clavo del comedor de la casa, como si la familia esperara el regreso del joven, quizás entre los de menos edad en la gesta.
Y Manuel Isla Pérez retornó perpetuado en el nombre de un central azucarero, de escuelas, círculos infantiles y Comités de Defensa de la Revolución.