La Habana, Cuba. – Como María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano pocos conocieron a la costarricense que se abrazó a México igual que una hija, porque decía que los mexicanos nacían donde les daba la gana.
Pero cuando el 5 de agosto de 2012 la cantante Chavela Vargas falleció por paro respiratorio, cientos de personas en Plaza Garibaldi, en la capital, rindieron tributo a una figura esencial de la cultura popular y desde los 20 autos del cortejo se escucharon mariachis y aplausos, como ella deseara.
En el Museo del Tequila y el Mezcal, las pancartas pregonaban: Adiós a la dama del Tequila, y las bocinas esparcían temas que hizo célebres: Amanecí en tus brazos, Paloma negra y La llorona.
En la paz del ataúd, Chavela Vargas parecía decir con su voz rota que la música no tiene fronteras y que hay que llenar el planeta de violines y guitarras en lugar de metralla.
Frida y Ava
Rechazada por los padres y la sociedad, Chavela Vargas estuvo signada por la recriminación a su condición de lesbiana que, secreto a voces, confirmó al público a los 81 años porque decía que no podía andar con un cartelón revelándolo.
Creía sus fabulaciones, como la de acostarse con cuanta mujer quisiera; sin embargo, su más connotado romance fue con la pintora Frida Khalo, de quien hablaba que esparcía ternura como flores, que pensaba que no era un ser de este mundo y que sus cejas eran una golondrina en vuelo.
En la boda de la actriz norteamericana Elizabeth Taylor con el productor Mike Todd, en Acapulco, conoció al animal más bello del mundo, Ava Gardner; del suceso contó que todo el mundo amaneció con todo el mundo, y ella, con Ava.
Amargamente, Chavela Vargas confesó: Lo que duele no es ser homosexual, sino que lo echen en cara como si fuera una peste.