Se ha puesto de moda, según dicen algunos, una palabrita que, a primera oída, parece ser resultado de una pose académica con una explicación fácil, de conjunto con una definición que pueda aproximarse a las voces de la calle.
Se trata del término resiliencia, al que también se le han dado significados en el ámbito del medio ambiente. Pero si queremos ser entendidos por todos, hay que reconocer que la resiliencia no es más que la capacidad que tiene una persona para superar situaciones adversas.
Asimismo, se ha visto como la capacidad para adaptarse a situaciones adversas con resultados positivos.
Algunos sitios web que ofrecen servicios de autoayuda coinciden en la importancia de ver cómo podemos practicar la resiliencia. En primer lugar, se aconseja poner de manifiesto el optimismo, entendiendo que un momento difícil es siempre una oportunidad de crecimiento.
Trazar objetivos claros y realistas.
Si buscamos ser resilientes y pensar como tal, debemos establecer metas concretas y NO acolchonarnos en imaginarios que NO corresponden a las realidades que nos circundan.
De ahí que sea esencial trazar de forma clara los objetivos que deseamos alcanzar en la vida, algo que ayuda a desarrollar planes de acción. Asimismo, resulta vital gestionar el estrés, partiendo de que este quizás no va a desaparecer, pero sí se pueden desarrollar técnicas que favorezcan el mantenernos centrados y con tranquilidad.
Y si algo no debemos olvidar son nuestros éxitos anteriores, al punto de que algunos sugieren que llevemos un registro de todos los avances que hemos logrado para leerlos entonces en momentos difíciles.
Por último, urge buscar apoyo en los demás y, al mismo tiempo, dar apoyo a quien lo necesite.