El consumo de los cigarros electrónicos y del tabaco sin humo crece aceleradamente, en medio de un controversial debate sobre su potencial para reducir el daño que causa el tabaquismo.

El Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco admite que la venta de los sistemas electrónicos de administración de nicotina, entre los que incluye cigarrillos electrónicos y el tabaco calentado, viene en aumento.

Pese al repunte en el mercado, ese organismo internacional no ha emitido ninguna recomendación puntual debido a la falta de evidencia sobre los efectos de esos productos, aunque ha trabajado por su regulación.

Algunos de sus defensores instan a asumir un nuevo enfoque en la lucha contra el tabaquismo, acogiendo como estrategia la reducción del daño de los cigarros electrónicos.

Polémica de millones

Datos de la Organización Mundial de la Salud indican que cada año cerca de 6 millones de personas mueren por alguna enfermedad relacionada con el tabaco y más del 90 por ciento de los fumadores que intenta dejarlo sin ayuda recae.

Algunos especialistas recalcan que los cigarrillos electrónicos pueden ayudar a dejar de fumar y son menos dañinos, sin embargo, todavía hay polémica sobre sus daños.

Otros académicos afirman que es el humo el que causa la abrumadora carga de enfermedades relacionadas con el tabaquismo, y no hay dudas de que los productos no combustibles son menos dañinos.

En América, según el informe de este año de la Organización Panamericana de la Salud, Argentina, México, Panamá, Uruguay y Venezuela han optado por prohibir la venta de los sistemas electrónicos de administración de nicotina, normativa que debería extenderse al resto de las naciones.