La Habana, Cuba. – Mientras en su China natal familiares y amigos festejaban el inicio de la Fiesta de la Primavera, Na Wei Jian recibió en Cuba la llegada del Año Nuevo chino de un modo muy diferente.

Bajo el inclemente sol que azota por estos días La Habana y en medio de los destrozos dejados por el potente tornado el 27 de enero pasado, el joven de 29 años de edad trabaja sin descanso para ayudar a los cubanos más afectados.

«Había visto en la televisión que acá pasó el tornado. Vine a ver si hay algo que pueda hacer y lo hago», contó a Xinhua el joven chino.

«Estoy muy contento de trabajar con los cubanos para hacer la reconstrucción. Definitivamente reconstruiremos los hogares», agregó.

Na Wei Jian llegó a Cuba en 2012 para estudiar español y poco tiempo después se enamoró de una estudiante de medicina de la capital cubana, con quien se casó en 2016 y desde entonces reside con su esposa en el municipio de Playa, al oeste de La Habana.

La unión matrimonial no fue sin embargo lo que lo convirtió en hijo adoptivo de la ciudad, sino sus acciones, pues en pocos días ha sabido ganarse el cariño y la admiración de quienes lo ven esforzarse por devolverles lo antes posible su hogar a los cubanos afectados.

Na Wei Jian renunció desde hace una semana a la comodidad de su casa habanera y apartó de su agenda personal el tradicional jolgorio por la llegada del Año Nuevo chino, registrada el pasado 5 de febrero.

La también llamada Fiesta de la Primavera paraliza prácticamente la nación asiática, pues donde quiera que se encuentren los chinos, constituye para ellos un momento muy especial a compartir con sus seres queridos.

«Cuando uno está en problemas, todos le apoyamos. Cuba es nuestro país hermano. Amo esta tierra. Estaremos firmemente con el pueblo cubano, el pueblo chino siempre estará con el pueblo cubano. Me iré después de terminar todo el trabajo de reconstrucción», dijo.

A pesar de lo difícil de las circunstancias, el joven chino siente que conoció nuevos parientes.

El 27 de enero pasado, bastaron sólo 20 minutos para que seis cubanos perdieran la vida, cerca de 200 resultaran heridos, alrededor de 505 familias quedaran sin ninguna posesión y las viviendas de otras 4.300 sufrieran daños considerables.

Juntos, cubanos y Na Wei Jian, laboran para recuperar la vivienda de uno de los miles de afectados que residen en la localidad cubana de Regla (sureste).

Se trata de compañeros de labor de la brigada número uno del contingente Antonio «Ñico» López, empresa constructora con más de 20 años de experiencia y responsable de numerosas obras e infraestructuras en Cuba.

Un albañil del contingente, Ignacio Espinosa, narró a Xinhua los pormenores de esta labor.

«Nosotros (constructores) llegamos el miércoles 30 de enero y él (Na Wei Jian) se presentó ese mismo día como a las 10 de la mañana y me dijo que él venía a ayudar», comentó Espinosa.

«Yo le dije bueno, coge el vagón, y le enseñé a carretillar y coger la mezcla», compartió con Xinhua el trabajador de la construcción.

Espinosa es un cubano de mediana edad, andar sereno y mirada sencilla, quien ha dedicado toda su vida a levantar paredes y cambiar horizontes de terrenos deshabitados.

Por eso lo impactó llegar al lugar donde el tornado arrasó construcciones sólidas, aunque no tanto como el primer encuentro con Na Wei Jian, que según confesó recordará por el resto de su existencia.

«Desde entonces todos los días está aquí y hace de todo. Si hace falta cargar bloques, va para el camión y lo hace. Todo lo que le decimos, él lo hace. Nos hemos hecho hermanos y lo extrañamos cuando llega un poquito tarde por el transporte», comentó Espinosa.

Lo que al principio fue una sorpresa, con el paso de los días se ha convertido en orgullo, pues los miembros de la brigada cuentan la manera en que cada uno le ha ensañado las habilidades del oficio al joven, quien llegó sin experiencia, pero con una férrea voluntad por ayudar.

Ese actuar desinteresado y humilde del chino ha ganado espacio en el corazón de todos, que desde la sencillez que caracteriza a los obreros de la isla, le han traído ropa y calzado adecuados para enfrentar la dura faena de albañilería e impedir que deteriore sus prendas.

Para Yasser Caraballo, dueño de la vivienda que levantan manos chinas y cubanas, todo el auxilio recibido es motivo de gratitud, aún más el que llega de manera inesperada y solidaria como es el caso de Na Wei Jian.

«Mi sorpresa fue grande al ver a un chino en la brigada de constructores y saber que había venido de manera voluntaria», enfatizó Caraballo.

«Él ha cooperado mucho aquí, esforzándose en todo, ayudando en todo lo que puede. Yo le estoy muy agradecido, lo tendré en mi corazón de por vida», enfatizó el dueño de la vivienda.

El cubano elogió la disposición del joven para trabajar sin importar las condiciones ni el tiempo que se requiera, pues es el último en partir luego de culminar la jornada y nunca se ha quejado por nada, algo que todos aprecian.

Al igual que Na Wei Jian, la comunidad china en Cuba también se ha organizado para realizar donativos a los damnificados y han entregado de manera discreta pero sincera diversas ayudas a quienes más lo necesitan.

Es el caso de estudiantes de varias carreras universitarias graduados en cursos que ofrece el gobierno cubano a jóvenes chinos y representantes de algunas empresas de la nación asiática establecidas en la isla.

Se han sumado igualmente artistas, deportistas, alumnos, militares, obreros, especialistas, directivos, personal médico y pueblo cubano en general, conmovidos por la destrucción dejada por el tornado a su paso por cinco municipios de La Habana.

En una movilización sin precedentes, masiva y espontánea, en que los cubanos se han unido para aliviar el dolor y sanar las heridas.

Para ello cuentan además con el apoyo de colaboradores en todo el mundo, que dentro y fuera de la isla hacen cuanto pueden para que la recuperación sea rápida.

Uno de esos buenos amigos que proliferan por estos días en la capital cubana es Na Wei Jian, quien sin proponérselo se ha convertido en el rostro de la solidaridad y el aprecio que existe entre dos pueblos.

La localidad de Regla hermana una vez más a Cuba y China, pues a unos pocos metros del lugar donde Na Wei Jian acomete la dura faena de reconstruir viviendas, hace 172 años desembarcaron los primeros migrantes que llegaron a la isla de la provincia china de Guangdong.

El puerto que recibió a miles de chinos hace casi dos siglos, hoy en día mira complacido a otro hijo de Beijing, quien esperó el Año Nuevo chino con pala y cuchara en mano, sudor en la frente y mezcla en los lentes.

Otra cualidad que nunca falta en el rostro de Na Wei Jian es su diáfana sonrisa, siempre presta a alegrar a quien tenga fe en la grandeza de la solidaridad, en la utilidad de la virtud y en la sensibilidad humana, esa que borra desgracias y dificultades, y abre paso a la esperanza.

Fotos Joaquín Hernández
Tomado de la Agencia Xinhuanet