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La Habana, Cuba. – En el Mediterráneo, entre Grecia y Turquía, se erige la isla de Rodas, famosa por haber albergado una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo: el Coloso de Rodas.

Esta monumental estatua, dedicada al dios griego Helios, fue un testimonio impresionante de la habilidad artística y técnica de la antigua civilización griega. Su construcción comenzó en el año 292 a.n.e., llevó más de 12 años en completarse, y fue erigida para recordar la exitosa defensa de la isla contra un asedio militar enemigo.

La figura tenía 33 metros de altura, y se alzaba en el puerto de la ciudad de Rodas, permitiendo que los barcos entraran y salieran entre sus piernas extendidas.

El Coloso de Rodas llevaba una corona de rayos y una antorcha en la mano derecha, que simbolizaba luz y protección, y era símbolo de la victoria, una manifestación del poder y grandeza de la ciudad.

Trágico destino

Para construir el Coloso de Rodas se usó bronce, metal del que se requirió una gran cantidad, recolectada a partir de las armas abandonadas por el enemigo derrotado.

La estructura estaba hueca, lo que reducía su peso, y se cree que una armazón de hierro interconectada daba soporte a la figura.

El proceso de fundición y ensamblaje fue una hazaña asombrosa para la Grecia antigua. Se utilizaron técnicas en las que el bronce líquido se vertía en moldes de cera, y después de unir las partes de la estatua, se realizaron ajustes y detalles artísticos.

A pesar de su grandeza arquitectónica, el Coloso de Rodas disfrutó de su esplendor solo unos 56 años. En el 226 a.n.e., un terremoto sacudió la Isla de Rodas y derribó la estatua, que quedó en ruinas en el suelo del puerto. Aunque el Coloso se partió en varios fragmentos, partes de él quedaron en pie durante algún tiempo.

Legado perpetuo

A pesar de su trágico destino al ser destruido por un terremoto, el Coloso de Rodas sigue siendo recordado como una maravilla del mundo antiguo.

Su imagen ha sido inmortalizada en diversas representaciones artísticas a lo largo de la historia, y su influencia se refleja en la cultura popular y el arte contemporáneos. Su construcción y su caída son testimonios de la creatividad, así como de la efímera naturaleza de las obras humanas frente a las fuerzas de la naturaleza.

El legado del Coloso de Rodas perdura como un símbolo de la grandeza y la tenacidad de las civilizaciones antiguas, una ventana a un tiempo en el que los seres humanos se esforzaban por elevar sus creaciones a la altura de los dioses.

Su historia sigue resonando en la actualidad, recordándonos que la pasión por la creación y la búsqueda de la excelencia son impulsos atemporales que trascienden las épocas.