La Habana, Cuba. – El 2 de octubre del año 1963 del pasado siglo, el entonces Observatorio Nacional, había detectado al ciclón Flora al sur de Oriente.

El día 4, con categoría dos, y vientos de hasta 165 kilómetros por hora, y abundantes lluvias, penetra en Cuba. En su lento recorrido por Oriente y Camagüey, entrampado por las montañas por el norte y el sur, el Flora derramó un promedio de 2 mil milímetros de agua.

Testigos consideran que hubo lugares donde el río Cauto alcanzó 80 kilómetros de ancho. Ni al Amazonas.

Cinco días de azote, dejaron más de mil muertos, y multimillonarias pérdidas económicas. Las evacuaciones fueron masivas en el Oriente. Expertos opinan que de no haberse evacuado a los pobladores de Mayarí, casi 60 mil personas, al menos 10 mil de ellas hubieran perecido.

Más fuerte que los huracanes

A raíz del evento hidrometeorológico extremo llamado Flora, se sacaron dos conclusiones básicas: era necesario fortalecer el Sistema Meteorológico, y mejorar el aprovechamiento de las aguas; tanto para prevenir inundaciones como combatir las sequías.

O sea: nacía la Voluntad Hidráulica. Idea del entonces Primer Ministro Fidel Castro, quien a riesgo de su vida, personalmente y en pleno ciclón, participó durante cuarenta horas seguidas en las labores de rescate y salvamento.

Durante la temporada ciclónica, resulta imprescindible no olvidar las lecciones del Flora. Un fenómeno de esa índole nos aconseja estar preparados y alertas.

La frase de Fidel: Nuestro pueblo es más fuerte que los huracanes, nos entrega una herencia de confianza en las potencialidades como cubanos. Pero, también, una responsabilidad de en todo momento ser dignos de esa confianza.