La Habana, Cuba. – Este 11 de septiembre se cumplirán 50 años de la caída heroica del Presidente Salvador Allende, defendiendo el mandato popular, frente al fascismo golpista.

Evocar su figura y su legado histórico es necesario homenaje a quien, como lo definiera Fidel: “ha sintetizado lo mejor del patriotismo, del valor, del honor y del espíritu combativo del pueblo chileno”.

Salvador Allende Gossens nació el 26 de junio de 1908 en la ciudad de Valparaíso, y a los 24 años se graduó como médico cirujano, pero la intensa labor profesional no le impidió continuar su militancia política.

Así participó en la fundación del Partido Socialista de Chile, del que fue electo secretario general en 1942, y diez años después, resultó candidato presidencial de dicha organización política.

El pueblo chileno tiene un candidato presidencial

El Partido Socialista de Chile nominó a Salvador Allende candidato a la presidencia del país en los comicios de 1952.

Aquella campaña electoral tuvo la importancia de ser la primera en el país austral en la que uno de los aspirantes planteaba la necesidad de una inmediata nacionalización del cobre, la principal fuente de riqueza de su economía.

En 1958, Allende fue el candidato de la coalición de partidos políticos y movimientos democráticos que formaron el Frente de Acción Popular, por el cual resultó también nominado con vistas a las elecciones del 64.

Seis años después volvió a aspirar a la Presidencia de Chile, en representación de las fuerzas políticas integrantes de la Unidad Popular, cuyo programa defendía al socialismo como única vía para lograr el desarrollo.

Compañero Presidente

En 1970 Salvador Allende triunfó en las elecciones presidenciales en Chile, y comenzó la singular experiencia de desarrollar un proceso de transformaciones económicas, políticas y sociales tomando por base las normas constitucionales.

Pudo adoptar algunas medidas a favor del pueblo, como la nacionalización del cobre y la expropiación de empresas. Fueron años extremadamente difíciles para su gestión presidencial, hostigada constantemente por la reacción interna y externa.

El fascismo irrumpió en Chile el 11 de septiembre de 1973. Pero Salvador Allende no claudicó. Fue consecuente con sus principios éticos y políticos hasta el final. Sólo muerto pudieron sacarlo del Palacio de La Moneda.

Confiado en el futuro había dicho: “Es posible que nos aplasten, pero el futuro será del pueblo, será de los trabajadores”.