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El ajo -esa agrupación de pequeños bulbillos blancos que llamamos dientes- es un ingrediente esencial en la dieta y uno de los alimentos más saludables.

Empleado desde antiguo como condimento, existen pruebas que demuestran que los antiguos egipcios lo consumían hace 6 mil años y que sus propiedades culinarias y medicinales eran igualmente alabadas por los griegos.

Se conoce igualmente que los monjes medievales masticaban dientes de ajo para protegerse de la peste y durante las dos grandes guerras mundiales del siglo XX, ante la escasez de antibióticos, se utilizó para evitar que las heridas de los soldados se infectaran.

Originario de Asia, el ajo es una hortaliza que pertenece a la misma familia que las cebollas, o sea, las liliáceas.

Alimento saludable

El ajo es fundamental como condimento y aromatizante de numerosas comidas, pero si tenemos en cuenta que se usa en pequeñas cantidades, es lógico suponer que su aporte nutritivo no es demasiado significativo.

Sin embargo, esto no le resta su importancia como ingrediente básico de nuestra cocina. Sus componentes mayoritarios son el agua, los hidratos de carbono y la fibra.

En menor proporción, contiene proteínas, grasas y minerales como cinc, fósforo, calcio y hierro, así como algunas vitaminas, entre ellas la C, B-1 y B-2 e indicios de la A.

El ajo goza de una reconocida fama como alimento saludable, siendo excelente alternativa natural al uso de fármacos gracias a la presencia de componentes antioxidantes ricos en azufre, como la aliína. Esta sustancia, que no huele, en contacto con el oxígeno del aire, se convierte en alicina, responsable de su característico y penetrante olor.

Propiedades terapéuticas

A través de los siglos, al ajo se le han atribuido innumerables bondades medicinales, y es que la alicina, responsable de su característico y penetrante olor, se transforma en otros compuestos azufrados con interesantes propiedades terapéuticas.

Así, se le considera el mejor antiséptico, antibiótico y antimicótico natural que existe, de ahí que sea excelente contra las infecciones.

Es un depurativo, pues ayuda a eliminar toxinas del organismo y contribuye a la formación y regeneración de la flora intestinal. El ajo también mejora la circulación de la sangre debido a su poder anticoagulante, baja la fiebre y reduce el nivel de grasas en la sangre, protegiendo al corazón y las arterias.

Además, normaliza tensión arterial elevada, por lo que debe estar presente en la dieta de hipertensos, y es útil en el tratamiento de infecciones estomacales.

Excelente remedio natural

Otra propiedad terapéutica del ajo es la de ser expectorante, por lo que resulta beneficio en afecciones respiratorias como asma, bronquitis aguda o crónica.

Además, normaliza los niveles elevados de glucosa en sangre, ayuda a regular la función tiroidea al ser rico en iodo, siendo especialmente útil en los casos de hipotiroidismo.

El ajo también contribuye a prevenir los efectos debilitantes del envejecimiento, así como cardiopatías y otros trastornos asociados a la edad avanzada. Por su poder virucida, es un eficaz antiverrugas.

Debido a todas sus propiedades curativas, el ajo es un excelente remedio natural que puede resultar muy útil en el tratamiento y la prevención de ciertos trastornos de salud.

Para gozar de forma efectiva de sus propiedades, se aconseja consumirlo crudo o poco cocido.