Tras la relativa tranquilidad que suele depararnos cada año el mes de julio, en agosto ocurre un incremento en la formación de organismos ciclónicos en la cuenca del Atlántico tropical, que incluye también al golfo de México y el mar Caribe.

El periodista Orfilio Peláez, del periódico Granma, explica que ese comportamiento se hace más evidente en el transcurso de la segunda quincena, la cual, junto a la primera de septiembre, conforma el llamado pico o etapa de máxima actividad de la temporada ciclónica en nuestra área geográfica.

Para Cuba en particular, agosto constituye el tercer mes de mayor peligro de azote de un ciclón tropical, después de octubre y septiembre.

Entre los huracanes más significativos que afectaron al país en el octavo mes del calendario durante la presente centuria figuran el Charley, Gustav y otros.

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