
Foto tomada de Radio Caibarién
La carretera zigzaguea sobre el mar como una gran serpiente de asfalto a la que no le importa ni el agua, ni el oleaje, ni el rutilante sol. Son 48 kilómetros de una vía que tiene cuarenta puentes.
Lo extraordinario es que esa carretera, la mayor de su tipo en el mundo, es un pedraplén que se hizo en una década para unir con la isla grande a la cayería del norte de Villa Clara.
Así los cayos Santa María, Las Brujas y Ensenachos están ahora unidos a Caibarién y, sobre todo, son un polo turístico en permanente crecimiento y con increíbles potencialidades.
Esa es la razón por la que la nueva edición de la Feria Internacional del Turismo sesione desde este miércoles en esos hermosos cayos, donde hay más de una veintena de hoteles.
Pero todo empezó muchos años atrás, gracias a la visión estratégica de Fidel.
Cuidado del medio ambiente

Fidel sobre el puente del «Canal de los Barcos» en el pedraplén Caibarién-Cayo Santa María (1996)
En diciembre del 89, tras una sugerencia de Fidel, se inició el pedraplén que 10 años después uniría a la cayería norte de Villa Clara con Caibarién.
Nadie tenía conciencia entonces de que concretar aquella idea era una verdadera proeza que costó no solo tiempo, sino además 85 millones de pesos.
La defensa del medio ambiente fue una prioridad en el proyecto para evitar el daño al llamado Bajo de Guaní, un punto de habitual concentración de flamencos. También cuidó a los principales grupos de manglares, que son refugio de alevines y hábitat de numerosas especies.
En los entronques con tierra firme se construyeron puentes ecológicos que garantizan la limpieza del litoral.
Como si fuera poco, para construir el pedraplén se desembarcaron los equipos en Cayo Las Brujas directamente sobre el farallón, sin hacer muelles o espigones artificiales.
Una obra colosal
El mar parecía ser un obstáculo insalvable para llegar por tierra hasta la cayería del norte de Villa Clara, pero el esfuerzo y la planificación superaron los escollos.
Una brigada trabajó en la unión de los cayos Las Brujas, Ensenachos y Santa María, mientras otra avanzaba desde Caibarien.
Al terminarse la carretera interna, los esfuerzos se centraron en unir los cayos con la vía que llegaba desde tierra firme. El empate se logró el 15 de diciembre del 94, pero solo 5 años después el pedraplén estuvo concluido.
La colosal carretera recibió en el 2000 el Premio Puente de Alcántara, a la Mejor obra civil de Iberoamérica.
Ahora ese pedraplén no solo es un orgullo de la ingeniería nacional, sino una vía de desarrollo del turismo, que nació de una idea de Fidel.

Foto tomada de Telecubanacán